Si pensamos en una princesa Disney nos viene a la cabeza una joven bella, delgada, ataviada con un precioso vestido, que termina su historia comiendo perdices con un príncipe azul, normalmente la persona que salva su vida. Pero el tradicional cuento comienza a tambalearse. Thomas Staggs, vicepresidente de la compañía cinematográfica, ha confirmado la producción de una película protagonizada por una princesa homosexual para 2018.

Las redes sociales fueron las primeras en pronunciarse sobre el tema. En 2016, los seguidores de Frozen vieron la noticia de una segunda parte de la película y pensaron que Elsa, la protagonista de la película, sería la primera princesa lesbiana. Otras voces afirmaban que Vaiana, la joven exploradora, sería el personaje que pasaría a la historia ante la expectativa de Disney de ser quien rompiese los estereotipos y fomentase la igualdad de género.

El debate sobre la inclusión de diversas orientaciones sexuales comenzó hace tiempo con la Alianza de Gays y Lesbianas contra la Difamación (Glaad), que reclamó la falta de apoyo de Disney tras 11 cintas producidas. Varios colectivos gais también se quejaron de la ausencia en el cine de animación de modelos alternativos de familia.

Una de las primeras princesas que cambiaron su perfil femenino fue la heroína indomable de Brave y más tarde la candidata a enamorarse de una mujer, Elsa de Frozen, con quien comenzó la polémica. En cuanto a los personajes masculinos, el primer homosexual de la historia de Disney apareció en La Bella y la Bestia y es Le Fou, la mano derecha de Gastón, quien confundirá su admiración con los sentimientos que tiene hacia él. Al final se incluye un beso entre ambos, lo que supone un guiño de la factoría al colectivo gay para tratar de encajar todas las orientaciones sexuales en sus películas.

La "cultura de las princesas" está en entredicho también por cuestiones sociales. Al comienzo de la polémica, en 2016, la Universidad de Bringham Young divulgó los resultados de la investigación de Sarah M. Coyne sobre los efectos de la exposición de los más pequeños a las películas Disney. El estudio de nombre Bonita como princesa contaba una muestra de 200 estadounidenses de preescolar que mostraron la falta de autoestima corporal de las niñas y sus fuertes conductas estereotipadas de género.

A principios de año, la experta en crianza Judy Reith publicó un estudio con las respuestas de 700 padres españoles sobre cómo debería ser la princesa moderna perfecta para las niñas, y entre las diez características indispensables se votaron la seguridad en sí misma, cuidarse y ser valiente. De momento, sólo la protagonista Vaiana consigue cumplir la mayor parte de estas cualidades por ser una mujer segura de sus decisiones, que se rebela contra los patrones establecidos y consigue narrar su historia sin un príncipe azul de por medio.