Una actriz porno ha conseguido aquello con lo que el Partido Demócrata apenas puede soñar: poner contra las cuerdas a Donald Trump. El controvertido presidente de los Estados Unidos puede acabar ante los tribunales a consecuencia de una demanda presentada por la estrella del cine para adultos Stephanie Clifford, más conocida por el pseudónimo de Stormy Daniels, quien asegura que mantuvo una relación de carácter sexual con Trump y que denuncia que en la actualidad está recibiendo presiones del abogado del magnate devenido en presidente, Michael Cohen, para que guarde silencio.

Estas supuestas presiones han sido las que han llevado a Stormy Daniels a demandar a Trump, con quien habría mantenido una relación entre julio de 2006 y los primeros meses de 2007. Un affaire que se habría iniciado poco después de que la tercera esposa de Trump y hoy primera dama, Melania, diese a luz a Barron, el hijo que tiene en común con el presidente.

Ya en octubre de 2016, en vísperas de las elecciones que llevarían a Trump al poder, Daniels firmó un acuerdo de confidencialidad a cambio del cual recibió 130.000 dólares abonados por Cohen. Este martes, la actriz presentó una demanda ante el Tribunal Superior de Los Ángeles alegando que el acuerdo de confidencialidad es nulo porque el presidente no lo firmó.

Desde ese momento, Stormy Daniels asegura haber recibido presiones desde el entorno de Trump para que mantenga su silencio. Así lo asegura el abogado de la actriz, Michael Avenatti, quien afirmó en declaraciones a la CNN que Michael Cohen trató de amedrentar a la estrella del porno por mediación de otro letrado. "El señor Cohen, a través de su abogado, el señor Lawrence Rosen, ha amenazado más a mi cliente para evitar que ella diga la verdad sobre lo que realmente sucedió", sostiene Avenatti.

Estas supuestas presiones han sido asimismo recogidas en la demanda presentada por Stormy Daniels. En concreto, se acusa a Michael Cohen de iniciar, el pasado 27 de febrero, un falso procedimiento de arbitraje contra la actriz, encaminado precisamente a "cerrarle la boca", según denuncia el abogado de Stormy Daniels.

La polémica ha obligado incluso a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, a pronunciarse sobre las acusaciones de la actriz. "El presidente ha dejado claro que ninguna de las acusaciones es cierta", afirmó Sanders, al ser cuestionada por los periodistas durante una rueda de prensa, antes de incidir en que el proceso había sido ganado en arbitraje.

Pese a la aparente tranquilidad de la Casa Blanca, la posibilidad de que la demanda de la estrella porno abra un nuevo frente judicial puede poner en un auténtico brete a Trump, en el caso de que se vea obligado a testificar. Una posibilidad que diversos medios estadounidenses, entre ellos el New York Times, ven probable, especialmente tras las últimas maniobras del fiscal especial que lleva el caso, Robert Mueller.

En un país que tolera mal los escándalos sexuales y que pena de manera extraordinaria el perjurio, la posibilidad de que Trump sea llamado a testificar podría llevar al presidente a una encrucijada de difícil solución. Y es que los antecedentes que implican a políticos notorios de Estados Unidos en escándalos sexuales no son nada halagüeños para el magnate.

En el país, no son pocos los que ven en el proceso de Stormy Daniels el inicio de un nuevo caso Lewinsky, lo que no dejaría de ser irónico teniendo en cuenta que el propio Trump usó ese escándalo como arma electoral contra Hillary Clinton.