Galicia envejece a paso ligero y complica, cada vez más, su relevo generacional, y A Coruña y su área metropolitana no son ajenas a esta realidad. De hecho, la tasa de envejecimiento de la ciudad ha aumentado un 17,71% desde 2004. Si hace diez años se situaba en 124,9 puntos, en la actualidad lo hace en 147,03. Por cada 100 jóvenes y niños, hay ahora 147 personas con más de 65 años. La población es más añosa en casi todos los barrios, con excepciones, como Mesoiro, que pasó de tener un índice de envejecimiento de 90 puntos a uno de 25, motivado por la avalancha de jóvenes que se instalaron en las viviendas de Novo Mesoiro. En Ciudad Vieja y Pescadería también se produjo una ligera caída del envejecimiento con respecto a hace diez años, si bien es el barrio con mayor peso de la población de edad avanzada, al contar 200 mayores de 65 años por cada 100 jóvenes. El resto de barrios vieron incrementar su índice desde 2004 de forma notoria. Ni siquiera el Agra do Orzán u

Os Mallos han logrado frenar esa tendencia con la llegada de inmigrantes jóvenes.

El proceso de envejecimiento de la población es un desafío para toda la sociedad coruñesa, pero es a las instituciones públicas, y especialmente a las Administraciones local y autonómica, a las que corresponderá redoblar esfuerzos, poner en marcha nuevos recursos y mejorar los ya existentes para garantizar la asistencia a un colectivo que cuenta con un peso cada vez mayor en la ciudad y su entorno. En los próximos quince años, será necesario dotar de un mayor número de plazas las residencias públicas y centros de día de A Coruña y su área metropolitana, incrementar las plazas concertadas y diversificar los servicios de ayuda domicilio. También deberán ganar peso los recursos de promoción y participación social, como los programas de envejecimiento activo que desde hace años se desarrollan en los centros cívicos de la ciudad.

La creciente necesidad de recortar gastos por parte de las familias no se lo pondrá fácil, tampoco, a las residencias privadas, porque contar con un mayor en el hogar suele ser, además, garantía para economías en dificultades de otra fuente de ingresos, de ahí la importancia de afrontar una cierta reconversión del sector, con la creación de instalaciones más modernas y la supresión de plazas obsoletas, la agilización de la gestión para conseguir la plena ocupación y una mayor concentración de la oferta.

Las nuevas tecnologías, y en concreto los servicios telemáticos de asistencia a personas mayores están llamados a jugar, en este contexto, un papel protagonista. En la actualidad, más de 4.600 gallegos, la mitad de ellos en la provincia de A Coruña, son usuarios de algún sistema de teleasistencia, que gestionan directamente los ayuntamientos, o la Xunta, a través de entidades como Cruz Roja, y que les permiten mantener su autonomía y ampliar su vida independiente: desde un dispositivo con GPS que permite saber dónde se encuentra el usuario en todo momento, hasta un sistema de sensores en el hogar que alerta si una persona lleva mucho tiempo sin moverse, una televisión que permite tanto ejercitar la memoria como recordar a qué hora hay que tomar la medicación o, simplemente, un colgante con un botón que permite alertar ante cualquier emergencia.