3000 personas se quedan sin electricidad... ¡Por culpa de una ardilla!

El pasado 22 de junio, más de 3000 habitantes de la localidad de Asheville, en Carolina del Norte (EE. UU.), sufrieron un apagón eléctrico de varias horas de duración. La causa fue la irrupción de una pequeña ardilla en el interior de una subestación eléctrica.

Un corte de varias horas que paralizó el centro de la localidad

Aunque la ciudad tiene una población de 70 000 habitantes, el apagón afectó de lleno al centro de la localidad: la actividad de más de 3000 abonados quedó paralizada y entre ellos se encontraban numerosas empresas, edificios gubernamentales y oficinas bancarias.

Entre los departamentos públicos afectados por la falta de suministro eléctrico figuran el Registro de Escrituras, la oficina de Planificación, el servicio de Recaudación de Impuestos, el departamento de Salud, la sede local del Gobierno, el centro de Justicia Familiar, los Servicios Electorales y los Servicios Económicos de la ciudad, según ha reconocido fuentes oficiales de la compañía eléctrica.

Roedores y aves rapaces, culpables involuntarios de multitud de apagones y averías eléctricas

El prolongado apagón fue motivado por la intervención de una ardilla que, en su imprudente exploración de las instalaciones, decidió hincarle el diente al cableado o algún componente eléctrico, quizá confundiéndolo con una apetitosa bellota.

Aunque parezca un hecho puntual, estos casos son bastante frecuentes y suelen ser provocados principalmente por roedores como los ratones y las ardillas.

Además, muchos cortes eléctricos son debidos a la interacción de las aves rapaces con los cableados aéreos de suministro eléctrico. En este caso, son las garras de los animales las que perforan las conducciones, lo que provoca la muerte del pájaro y el inevitable cortocircuito.

¿Y qué fue de la ardilla?

La compañía eléctrica afectada no ha informado de las consecuencias finales que el apagón tuvo para la atrevida ardilla. Se ignora si sobrevivió o si la empresa eléctrica ocultó su triste destino por razones de imagen.

Lo que está claro es que, si finalmente la ardilla juguetona ha conseguido sobrevivir, la próxima vez que visualice un transformador se mantendrá bien alejada.