¡Qué si por aquí, qué si por allá! Es innegable que Podemos y sus variantes deben, a no ser que la cosa vaya más allá de lo prudente, pactar con el PSOE, puesto que ideológicamente no existen diferencias sustanciales más que aquellas de la falta de limpieza ocasional durante el ejercicio de gobierno del partido socialista. La renovación que ofrece Pedro Sánchez, pienso que podría muy bien acomodarse a las exigencias más prístinas de Podemos en cuanto a su bandera de regeneración política, así como de búsqueda y castigo a los culpables, a lo que en A Taberna do Croio nos apuntamos y suscribimos.

Otro caso bien diferente es el tratar de aunar las exigencias de Ciudadanos con el maltrecho PP, a causa de las infinitas corrupciones de un amplio sector de sus cargos, tanto de gobierno como de partido. A Cristina Cifuentes, aunque quiera echar balones fuera, resulta indudable que toda esa corrupción a la que se añaden los últimos en Madrid la descalifican como para exigir y obtener el necesario apoyo de Ciudadanos. Inserta en el partido con cargo relevante, no puede argumentar que ella está limpia de todo contagio, como si hubiese caído recientemente del cálido e ingenuo planeta Venus. Y además después de las descalificaciones que sobre Albert Rivera pronunciaron importantes cargos del PP. Véase el mismo Carlos Floriano, portavoz del Gobierno, cuando le llama naranjito, en un acto de desprecio y ninguneo profundos. Por otro lado, si el líder de Ciudadanos se dejara seducir por unas ofertas que se nos ocultan, ciertamente, esa agrupación política quedaría herida de muerte para las próximas generales. Las ambiciones adolescentes de Albert quedarían al descubierto, lo mismo que su falta de seriedad y compromiso con sus votantes, que no quisieron al PP derivando su voto a Ciudadanos. Que se lo piense bien Albert Rivera, y que no acabe metiendo la pata, ya que de ser así, el fango, en breve, le llegaría a las cejas. Su hundimiento y el de su partido serían algo inmediato e irreversible. Que no tenga prisa. Son jóvenes, y las generales están a la puerta. De su coherencia, o falta de ella, según reflexionamos en A Taberna do Croio, veremos en noviembre sus consecuencias. ¡Calma y seriedad, Albert!

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