Hércules de Armamento, ganadora de la concesión de la fábrica de armas, no acaba de arrancar, de momento, y eso que ya lleva más de un año de actividad. Primero eran los permisos, luego el acondicionamiento de las máquinas y talleres, luego los prototipos y finalmente llegaron a los 155 empleos, muchos de ellos por cuatro horas, al límite del tiempo.

Y cuando ya se creían superadas todas las dificultades, nos encontramos con un director imputado por estafa, la retirada de la empresa de seguridad por impagos de 500.000 euros, el corte de suministro eléctrico y el impago de varias nóminas a sus trabajadores. Además de la repercusión que tuvo a nivel nacional que una factoría de armamento esté sin vigilancia profesional en plena alerta antiterrorista.

Por otro lado, un grupo de ex trabajadores que tras largos e inciertos meses de lucha sindical y social lograron con su tenacidad y constancia que la maquinaria se quedara en la fábrica y propiciaron un concurso público que devolvía la esperanza a la continuidad de la actividad industrial. Ahora siguen luchando contra una presunta adjudicación fraudulenta en varios frentes: Agencia Tributaria, Delegación del Gobierno, Valedora do Pobo, Xunta yDefensa.

Y ante este escenario yo me pregunto: ¿Qué es lo que realmente pasa en la fábrica de armas?, ¿Dónde está Negreira que iba a estar vigilante?, ¿Dónde está la Xunta y Conde que iban a velar por el cumplimiento de los compromisos?, ¿Por qué no contesta Hacienda a las denuncias planteadas por presunto delito fiscal?, ¿Por qué el Delegado del Gobierno guarda silencio?, ¿Por qué Defensa no se pronuncia? Esperemos respuestas antes del 20 de diciembre, es de justicia.