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Marta embruja la noche

Marta embruja la noche

El coruñés tiene ganas de fiesta en agosto, de espectáculo, luces y sonidos que lo hechicen, y Marta Sánchez ofreció ayer en la plaza de María Pita una buena dosis de todo ello aderezada con pinceladas de emoción. El embrujo sedujo a unas 15.000 personas desde poco después de las diez de la noche, con el cielo gris oscuro, una brisa templada y los acordes de Desesperada en el arranque. Al chispeante éxito -sobre el que ya han pasado 21 años pero no ha perdido ni atracción ni gracia- le siguió una actuación de casi dos horas que combinó pop y variadas proyecciones visuales, electrónica y sofisticados vestuario y puesta en escena.

Marta regresó a la ciudad en la que pasó parte de su infancia y a la plaza en la que en otros veranos ha conquistado al público coruñés. Casi puntual, estática al principio en el centro del escenario pero cada vez más suelta con el paso de las canciones, brindó un concierto en el que alternó piezas de sobra conocidas y temas recientes menos reconocibles. Un tema cantado en inglés con pasajes de épicas sonoridades dio paso al saludo en gallego a la audiencia. "Boas noites". La artista, de traje negro largo e imponente con transparencias, no disimuló la emoción. "Quiero oíros cantar estas canciones".

Dime la verdad y Desconocida, con Marta más próxima al público, danzante de un lado a otro entre sus músicos, se fue haciendo querer. Un fragmento tecno cantado por las coristas despistó a los asistentes y le dio tiempo a la cantante a cambiarse de vestuario. Lo haría más veces, aprovechando los dos bises, para darle vistosidad al espectáculo, en el que el sonido, por momentos, pareció demasiado artificial. La mayor parte del público se mantuvo en la plaza -no abarrotada pero casi- porque entraban y salían personas que querían ver a Marta Sánchez en buena forma.

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