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Más que talento en las manos de Nahuel

A sus trece años, este joven es capaz de hacer las figuras de papiroflexia más complejas, destreza que aprendió de forma autodidacta

Más que talento en las manos de NahuelCarlos Pardellas

Con cinco años, aprendió de su abuelo a hacer una grulla de papel, y ahí fue donde empezó, para Nahuel, la que hoy es una de sus grandes pasiones. Para este estudiante de trece años la papiroflexia es mucho más que un talento y, desde luego, mucho más que un hobbie. Sus creaciones pueden verse en el bar Sucre, en la calle de la Franja, donde trabaja su madre, María.

Tras ese primer origami la curiosidad de Nahuel por el arte del plegado de papel no hizo sino aumentar. "En la biblioteca encontré un par de libros sobre papiroflexia, pero eran muy sencillos, poca cosa", explica el joven, que gracias a su perseverancia, ha conseguido llegar a hacer hoy auténticas maravillas en papel. Pronto el material disponible en la biblioteca se le quedó pequeño. Fue entonces cuando echó mano de internet para continuar con su formación autodidacta. Cisnes, cubos que se transforman en flores, lámparas, objetos decorativos y todo tipo de maquetas salen con facilidad de sus manos, cuya pericia entrena tratando de modelar figuras cada vez más complejas.

"A veces tardo sólo treinta minutos en hacer cada una, otras me pueden llevar todo el fin de semana", explica Nahuel. No es de extrañar que el otro gran don de este joven sean las matemáticas, ya que, según explica, ambas disciplinas están muy relacionados. "La clave está en la simetría, en tener muy claro el número de dobleces que haces, no pasarte ni quedarte corto", expone.

De sus dos inclinaciones, Nahuel admite que la que más le tira, sin embargo, es la artística. Es así que pretende, una vez acabe la ESO, cursar el bachillerato artístico en el instituto de Adormideras, con el objetivo de convertirse, algún día, en diseñador gráfico. "No creo que se pueda vivir de vender estas figuras", explica. No es obstáculo, sin embargo, para seguir profesionalizándose y mejorando.

Por lo pronto, piensa seguir experimentando con el papel. Su destreza con el origami le ha llevado a recibir ya sus primeros encargos. "Ya me han comprado algunas cosas para poner en vitrinas en casas", explica. Sus primeras ventas no le hacen olvidar, sin embargo, el trabajo que hay detrás de cada una de las piezas y la dedicación que pone en la construcción de cada una. "A veces la gente no es consciente del trabajo que hay detrás de cada figura. Piensan que es más barato de lo que a mí me cuesta hacerlo. Lo trabajo mucho", apunta.

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