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Kerol, artista que participa el jueves en Manicómicos

"Hacía malabares con mandarinas y ruidos con la boca por inquietud innata"

Ha ganado el premio internacional de artes escénicas que se celebra cada año en Japón

"Hacía malabares con mandarinas y ruidos con la boca por inquietud innata"Kerol

El artista Kerol forma parte de la programación del Festival Manicómicos. Se subirá al escenario en el parque de Santa Margarita este jueves, a las 20.30 horas y el viernes, a las 22.00 horas en el Obelisco. Es la primera vez que actúa en A Coruña fuera de la programación de televisión y lo hace después de haber ganado la Medalla de Oro del Daidogei, un festival internacional en el que se premia al mejor espectáculo de artes escénicas. El festival empieza este jueves y contará con actividades hasta el domingo en diferentes puntos de la ciudad, entre ellos, los jardines de Méndez Núñez y el Campo da Leña.

¿Qué propuesta incluye en la programación del Festival Manicómicos?

Welcome to my head es un espectáculo de cabaret contemporáneo. Es un show para todos los públicos. Cuando digo cabaret, me refiero a que es una persona en el escenario que pude hacer de todo, malabares, comedia... Yo nunca me defino como payaso, aunque tenga elementos de clown, estoy más cerca de la comedia de stand-up [monologuista] que se mezcla con algo circense. Welcome to my head no es nada purista, es un híbrido que se deja impregnar de diferentes técnicas y disciplinas.

¿Es el mismo espectáculo con el que ganó el premio internacional en Japón?

No, este es más largo. En el concurso hay que tenerlo todo muy medido. Es un campeonato mundial de artes escénicas que se hace en Japón todos los años y en el que compiten artistas de los cinco continentes. Viene mucha gente de Las Vegas, de Australia, rusos que son más gimnastas y de artes de circo... Competimos durante cuatro días ante un jurado de unas quince o veinte personas y al campeón le dan dos millones de yenes, que son 20.000 euros, programan su espectáculo en uno de los teatros más antiguos de Japón, que está en Osaka, y le invitan a ir al festival durante varios años. Para participar hay que estar muy bien de forma física porque hay que actuar cuatro veces al día y hay que llevar el espectáculo muy rodado para no pasarte de los 24 minutos que ponen como máximo. Así que, el espectáculo que haré en A Coruña tendrá elementos del concurso, pero es más completo.

Normalmente, los artistas suelen especializarse en un aspecto concreto, el baile, la improvisación o el circo, ¿por qué quiso mezclarlo todo y hacerlo todo usted sobre el escenario?

No me gusta poner límites a la creatividad, por eso digo que hago cabaret contemporáneo, porque hago circo, ventriloquía, artes parateatrales... El cabaret es un lugar en el que se reúnen diferentes horizontes, disciplinas y locuras. Es un lugar en el que me siento cómodo. No es algo concreto, como la danza o el teatro. En el cabaret puedes hacer de todo y ser único, que es lo que yo busco, que mis espectáculos tengan un matiz especial que el público nunca haya visto y que piense: '¡ostras! esto es nuevo'. En eso es en lo que he basado mi trabajo siempre.

¿Y cómo llega hasta ese punto? ¿Qué fue lo que le llevó a querer ser artista y a formarse en tantas disciplinas?

Creo que fue algo natural en mí. Era el payaso de la clase... Siempre tuve una inquietud por comunicar, me gustaba hablar en público, desarrollaba ideas, después me incliné más por el circo contemporáneo, que implica expresar emociones, conceptos... Los diferentes caminos me han llevado ahora a este punto en el que me nutro del circo contemporáneo francés, también del show bussiness americano... Llego aquí desde la inquietud innata que tengo y que me llevó a hacer ruiditos con la boca, a hacer malabares con mandarinas cuando era pequeño, a estudiar teatro... Es también lo que me sigue motivando para hacer cosas.

Y con el paso del tiempo, ¿se pierden unas habilidades, sobre todo capacidades físicas, y se ganan otras que le permiten seguir sobre los escenarios?

Sí, pero la inquietud es algo innato y, si se alimenta, no se pierde nunca. Creo que es lo que nos mantiene jóvenes. Es lo que hace que una persona de ochenta años se sienta joven y una de sesenta, se vea ya muy vieja. Es la curiosidad por aprender y por conocer, por compartir y comunicar lo que nos mantiene vivos y con ganas de vivir.

¿Y cree que, desde los escenarios, desde el arte, se puede cambiar el mundo o, cuando menos, hacerlo un poco mejor?

Desde luego, pero el concepto de cambiar el mundo se nos hace muy grande. Creo que, si cambiamos pequeñas cosas de nuestra actitud, podemos ejercer grandes cambios. Es el efecto mariposa. Creo que un espectáculo puede cambiar el mundo, pero desde algo muy pequeño, como cambiar una mirada o hacer que, durante una hora, haya personas que no estén pendientes del móvil, o que hayan disfrutado un rato.

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