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Cristina Medina Actriz, representa '¡Ay, Carmela!' en el Teatro Rosalía

"Para mí, el éxito es que me salgan los números a final de mes"

"Hay cómicos que están insistiendo en unos chistes que no están sabiendo colar"

"Para mí, el éxito es que me salgan los números a final de mes"La Opinión

A veces la ficción se aferra a los actores. Frente al público se convierten en su personaje, aunque sus caminos corran demasiado paralelos como para llegar a cruzarse en algún punto. Con Nines Chacón, la desvergonzada habitante de Montepinar en La que se avecina, Cristina Medina (Sevilla, 1971) comparte solo la franqueza, y medio año de rodaje. El resto del tiempo lo dedica a proyectos como ¡Ay, Carmela!, el texto de Sanchís Sinesterra, que representará este viernes y sábado con Santiago Molero en el Rosalía (20.30 h.).

¿Cuánta gente va al teatro buscando a Nines?

¡Imagínate! Depende de las ciudades y de las plazas en las que estés. La que se avecina la ve muchísima gente joven, y a la juventud le cuesta ir a veces el teatro a ver este tipo de obras. Lo que pasa es que Carmela no tiene absolutamente nada que ver con Nines. Pero nada del verbo nadar (risas).

Tienen la misma fuerza de temperamento...

Sí, eso es verdad. Pero ¡Ay, Carmela! es una tragicomedia. Paulino vuelve a vivir todo lo que ocurrió la noche en la que la mataron, y ella aparece como fantasma en su mente. Te ríes a veces del absurdo, pero no son chistes.

¿Cómo se adapta un animal de comedia como usted a un drama así?

La verdad es que cuando me enfrenté me dije: "Vamos a ver, que hace mucho que no hago este tipo de teatro". Porque hacía 20 años que no hacía un texto ajeno. Pero en el proceso intentas estar al máximo de tus posibilidades, y ha sido un trabajo muy bonito.

Entre el crisol de temas que abordan en la obra se encuentra la memoria. ¿Qué hemos dejado hoy de recordar?

No lo sé. Yo creo que no se nos han olvidado tampoco tantas cosas. Es cierto que ¡Ay, Carmela! habla de no olvidar aquellos muertos de la Guerra Civil, pero podríamos extrapolarlo a que la gente que se nos va vive siempre, porque está en nuestros recuerdos, que es lo que reivindica Sanchís Sinesterra. Se cometieron muchos errores, y está bien perdonar. Pero no olvidar, porque nos puede volver a suceder.

La versión que escenifican se aleja del tono político, ¿fue intencionado, dado el hartazgo actual?

Sí. Nosotros cogimos el texto y lo hicimos tal cual. Yo no he visto otras Carmelas, pero a mí me da la sensación de que otra gente que ha hecho esta propuesta ha incidido demasiado en la Guerra Civil. Para nosotros es el contexto en el que estos dos cómicos se ven. Esa relación es lo que nos interesaba.

Pero sí que hay una reflexión implícita: si la comedia siempre está atrapada por lo político...

No, hombre. La política no tiene tanto poder en la comedia, ahí nos libramos. Pero a mí me hace mucha gracia la corrección. Yo creo que, cuando estás apostando por chistes un poco peliagudos, tienes que ser muy inteligente. Lo que pasa es que quizá hay cómicos que están insistiendo en unos chistes que no están sabiendo colar.

Siempre se dice que la comedia empieza por uno. ¿Cuándo aprendió a reírse de sí misma?

Lo hice siempre. A mí el humor me ha salvado la vida. Te quita arrugas, te da energía...

¿Hay que tener una filosofía relajada para sobrevivir al mundo de la interpretación?

Para sobrevivir en el mundo. Punto, pelota y cartón (risas).

Como la interpretación está tan difícil...

Hoy en día, ¿qué mundo está fácil? Antes éramos los artistas los únicos que vivíamos en la incertidumbre, pero ahora ya es toda España. Lo que pasa es que nosotros en la inseguridad tenemos callo.

Usted, sobre todo. Por tener, no tiene ni representante...

Sí, soy indie. Apache americana, también (risas). Nunca he tenido representante porque empecé en Sevilla trabajando para compañías. Luego decidí abrir la mía, Pez en Raya, con la que estuve 20 años y, como teníamos nuestra propia oficina, ahí aprendimos a todo. A negociar, a vender, cargar y descargar... Y sigo haciendo lo mismo. Si quiero tirar un show para adelante, me busco un equipo.

¿No le gusta sentirse juzgada en los castings?

Yo no tengo tiempo de castings. ¡Tú imagínate si encima me sale más trabajo, si no paro! ¿No ves que me lo invento todo? (risas). Ahora mismo me pillas grabando mi primer disco.

¿Con Los Gloria?

Sí, mi banda de rock and roll.

Esa va a ser una faceta que se va a descubrir de usted. Pocos saben que canta.

Y toco el piano también. ¡Si no te digo yo que no me aburro! En mayo sacamos el disco, y a ver si en otoño hacemos alguna placita por ahí. Que en Galicia gusta mucho el rock and roll.

Y también La que se avecina. ¿Todavía no le ha quemado la serie?

Quemada no estoy. Miro hacia atrás y pienso: "Llevamos 12 años ya, es verdad". Pero se me olvida. Cuando regresas es como cuando te vas del cole de los niños y vuelves en septiembre.

¿Puede realmente desconectar, con tanta reposición?

Absolutamente. Hombre, cuesta, porque la gente te reconoce mucho por la calle y muchas veces eso te impide el desconectar...

Es que el éxito...

Hay gente que se deja invadir por ese éxito, y el éxito es momentáneo. Depende del proyecto en el que estás. Yo voy haciendo lo que creativamente me apetece, y a veces va mejor y otras peor. Pero para mí el éxito es que me salgan los números a final de mes.

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