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"El aplaudir de los balcones", con los pies

"El aplaudir de los balcones", con los piesLa Opinión

Las puertas de todos los hogares permanecen cerradas, pero las ventanas, dice el Conservatorio Profesional de Danza, "están abiertas". El centro defendía ayer que era "hora de limpiar de virus e injusticias" a través del baile, con una coreografía conjunta que ha logrado articular a pesar de las distancias. Y es que moverse en grupo en tiempos de confinamiento no es imposible si se posee tiempo y algo de inventiva. Con un monitor, varios móviles y muchas ganas, los alumnos de grado profesional de la entidad han montado una coreografía en torno a Les Indes galantes : Les Sauvages, una pieza perteneciente al álbum De l'opéra à la chanson.

Son cerca de una treintena los estudiantes que se han animado a interpretarla. Para Ventanas al mundo cada pupilo de la escuela se ha grabado en su aislamiento, por el que han tenido que cambiar las tablas. Si miraban al lado en el hogar, no hallaban la mirada cómplice de sus compañeros, pero sí la esperanza de reencontrarse pronto con ella. Por esa ilusión han hecho piruetas y saltos frente a la cámara, y los han reunido en un clip de vídeo que el centro colgaba ayer en sus redes, para imaginar la ocasión en la que su alumnado pueda por fin volver al auditorio.

Ese día, por ahora, les sabe más a oportunidad perdida. Los pasos que escogieron grabar no son otros que los de un espectáculo mayor, que la compañía iba a estrenar el pasado marzo en el Museo de Bellas Artes. Cuando la pandemia bajó las verjas, los estudiantes ya llevaban un mes preparando la obra, que se representaría junto a The Ruth Page School of Dance de Chicago. Cada año, el centro realiza un intercambio con la escuela, en la que sus bailarines recalan en la ciudad para tomar clases y compartir experiencias.

Esta vez, la visita no será posible, y los esfuerzos del espectáculo parecían ir a quedarse en nada. "Habíamos trabajado mucho y estábamos frustrados", reconoce uno de sus docentes, Armando Martén. El profesor es la mano detrás de la iniciativa, y el que se peleó con las decenas de archivos en su ordenador. "Montar casi 30 vídeos a la vez en un monitor casero no es fácil", asegura, pero tomó el proyecto "con muchas ganas".

Con su empresa, el maestro pretendía que los estudiantes "se comuniquen a través del baile", pero también "ayudar a que esto pase lo más rápido posible". "Es como el aplaudir de los balcones, pero a través de la danza", explica el docente. En reunir sus vídeos tardó apenas una semana, porque sus pupilos "se están subiendo por las paredes". "Me llaman y les doy ejercicios. Pero no estamos acostumbrados a estar reducidos en un espacio tan pequeño, necesitan moverse", indica.

Desde que se decretara el estado de alarma, sin embargo, las clases no son una opción, y hay que buscar otras distracciones. Ventanas al mundo les ha servido para distraerse del tedio, y también para "mantener el cuerpo y despejar la mente". Martén advierte que el regreso al Conservatorio contará en caso de producirse con el lastre de la cuarentena, aunque desde el centro se indica que el alumnado trabaja en el hogar, "a través de clases que se envían por enlaces o grupos, y sin abandonar los ensayos que se estaban realizando". El docente recomienda a sus alumnos que practiquen, pero sabe que la danza "no se puede estudiar en casa" y que el de la reclusión es un tiempo "que no se recupera".

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