A través del ensayo, la poesía y la novela, Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967) reflexiona sobre el amor en su nueva obra, El libro de todos los amores, que presenta hoy en la Fundación Luis Seoane dentro del ciclo Somos o que lemos.

Parece que todo esta dicho sobre el amor, pero en este libro ofrece una nueva perspectiva.

Creo que nunca está todo dicho en general de nada. Siempre hay algo que decir, por fortuna. Del amor especialmente, porque el amor va cambiando y se va configurando de formas diferentes a lo largo del tiempo. No quiere decir que las formas antiguas del amor se extingan, pero sí que se van sumando otras. Hay nuevas formas de amor y nuevas formas de relacionarse con el mundo.

Se suele relacionar el amor con la parte íntima, de pareja, pero ¿se puede encontrar en otros ámbitos?

Sí. El libro trata un poco de eso. No solo se habla del amor de pareja, del amor romántico. Son como microamores. En mi entorno, en mi cotidianidad, vi pequeñas cosas que creí que podía relacionar con el amor. Desde un pelo que te encuentras en el suelo de tu casa hasta el dinero o qué es un líder de masas y por qué encandila y enamora a la gente. Es como intentar dar muchas visiones. Tampoco quiero que sea un tratado sociológico o antropológico, es una cosa personal, porque no hay que olvidar que es una novela.

Una pandemia, ahora la guerra en el este de Europa. ¿Sostiene que el amor es la única salida para la sociedad?

Más que decir que es la única salida, lo que creo es que es una parte fundamental de relacionarnos con el mundo y, por lo tanto, de afrontar los problemas. Pero otra de las cosas que planteo en el libro es que a lo mejor el exceso de amor, creer que el amor lo puede todo, también te puede llevar a una situación indeseada. La mayoría de desastres colectivos se han hecho por amor al prójimo. También ocurre en situaciones personales. Cuántas veces hemos oído que alguien maltrata a otra persona y dice que es por amor. El amor está tratado desde muchos lugares, pero no como un bien absoluto sino como algo que puede verse desde una perspectiva que puede ser negativa. Si abaratamos la palabra amor, porque la usamos para todo, hay un momento en que eso deja de tener sentido.

En una conversación entre los protagonistas, se hace alusión a Romeo y Julieta. ¿Idealizamos algunas historias?

Esa es otra cuestión interesante, esa idea del amor romántico, que viene del amor cortés. Es un amor idealizado y mantenido a través de las ficciones, de las películas, de los libros… El amor es otra cosa bastante diferente cuando uno lo vive. Por supuesto, va cambiando de configuración, incluso en una misma pareja. Va tomando otras formas. No siempre es ese amor romántico. Por otra parte, en el libro también toco el tema de cómo la sociedad de consumo o el mercado ha ido configurando nuevas formas de amor y nuevos intentos de decirnos qué es o qué no es el amor. Una cosa que nos venden de alguna manera para que consumamos algo.

En la obra también cita el amor estadístico. ¿Las nuevas tecnologías han contribuido a ese cambio?

Esa es una de las cosas importantes del libro. Apenas lo cito, pero estoy trabajando en otro libro de ensayo acerca del amor estadístico. Cuando nos enamoramos de algo a través de las redes sociales o en internet en general, en realidad nos estamos enamorando de un objeto, aunque sea una persona, que está configurado por una confluencia de datos algorítmicos que nos hacen ver una idea de una persona. Pero a lo mejor luego nos lo encontramos por la calle, es otro tipo de persona o no se corresponde exactamente. Por eso le llamo amor estadístico, porque nos estamos enamorando de una media estadística de datos que son solo eso, datos. Por ejemplo, cuando decimos que fulanito es mi amigo de Facebook, en realidad eso es una especie de avatar que nos construimos todos, sería un amigo estadístico.

Mezcla ficción, poesía y ensayo. ¿Cómo ha sido el proceso de escribirlo?

En realidad, es un proceso muy natural. Desde hace casi 20 años, mezclar géneros es algo muy natural en mí. Esa es la idea que concibo de la escritura, no podría escribir de otra manera. Es algo que surge. No entiendo la literatura si no es al mismo tiempo que una fantasía y una investigación del mundo. Tiene que ser una fantasía que parta de la realidad y vuelva a ella de algún modo para que nos informe de algo, si no sería una fantasía estéril.

Ha logrado que El libro de todos los amores sea diferente a lo anterior, como también lo fue Trilogía de la guerra de Proyecto Nocilla.

Creo que hay que escribir siempre algo diferente o que intente ampliar en algo la literatura, por lo menos mi propia literatura. Eso es algo que aparece espontáneamente. Yo tampoco me levanto un día y digo “tengo que hacer algo diferente”. Es como cuando se hace una investigación en ciencia, uno está investigando algo nuevo siempre, pero eso no quiere decir que lo haga porque se obligue a sí mismo. Es verdad que intento buscar formas nuevas, sobre todo para mí, porque si no me aburro y ya no quiero escribir.

¿La música también juega un papel importante en su obra?

Por supuesto, tiene un papel importantísimo, pero en el mismo sentido que lo tiene en la vida de todo el mundo. Soy muy aficionado a la música. He hecho eventualmente proyectos musicales, pero no soy músico. Soy escritor. Todo lo que hago vuelve a la escritura. Lo que me importa es que cuaje en la escritura. Además de la música, también son muy importantes las ciencias, el arte conceptual, la televisión o la publicidad.

En el libro, la humanidad se encamina al colapso, pero el suyo no es apocalíptico. ¿Por qué?

No, porque no me creo el apocalipsis. Llevamos 30 siglos hablando de que el mundo se acaba y nunca se ha acabado y supongo que nunca se acabará. Toda sociedad ha ficcionado con su propio apocalipsis y eso nunca ha ocurrido. Por otra parte, el apocalipsis es una forma de inducir miedo en las personas para tenerlas controladas. No quiero que me tengan controlado. La novela plantea estas dos personas anónimas que se van a Venecia como un viaje turístico que podría hacer cualquiera y se ven envueltos en una trama que les supera y que no saben a qué responde. Van recibiendo signos de que algo ocurre, que es que el fin del mundo está cerca. Ellos han sido los elegidos para fundar un nuevo mundo cuando este se termine. Y realmente lo fundan. Son una suerte de Eva y Adán. No es una novela distópica ni apocalíptica. Digamos que es que el mundo se está acabando por la falta de amor. Es una fe en la humanidad.