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Daniel Loren | ‘Gamer’ y experto en videojuegos. Da una charla hoy sobre adicciones

“Lo que más me preocupa es que hasta el juego más sencillo tiene ruletas”

“Lo que más me preocupa es que hasta el juego más sencillo tiene ruletas”

En 2019, Daniel Loren, conocido en el mundo virtual como Shylareth, estaba a un paso de convertirse en jugador profesional de videojuegos. La paternidad y el nuevo rumbo de este sector, con la implantación de microtransacciones o micropagos, le alejaron de ese mundo y lo hicieron centrarse en concienciar sobre las adicciones y los peligros de las loot boxes, esas recompensas por las que hay que pagar. Hoy hablará de ello en la Diputación junto a Agalure.

¿Sigue jugando?

Claro, cuando tengo tiempo. Tengo 38 años y me considero un jugador de la old school —vieja escuela—, esos que tuvimos la fortuna de vivir la época dorada del videojuego. Somos también los abanderados de intentar mentalizar sobre todo a la comunidad gamer que la forma en la que nos trata la industria no es correcta. No es como siempre se ha vivido el día a día de los videojuegos. Ahora hay loot boxes, ruletas, recompensas... Las nuevas generaciones empiezan en el gaming con este sistema y creen que es lo normal. Pero no. Hay que mentalizarles. A esas microtransacciones o micropagos yo les llamo microagresiones.

¿Qué ha cambiado desde que usted empezó a jugar a ahora?

En los 90, tenías tu consola o tu ordenador y te comprabas tu juego. Así tenías el contenido completo. El gran engaño de la industria, que está tan normalizado, es que pagas por un videojuego, entre 70-90 euros, y te encuentras que hay una parte del contenido a la que solo puedes acceder a través de un sistema de apuestas. Una ruletita como la máquina tragaperras. Esos jugadores de la old school nos damos cuenta que una de las partes más interesante del juego, como el desbloqueo de armas o de personajes, no solo lo tengo que pagar aparte sino que me lo juego a una ruleta con un porcentaje reducido. Habrá gente que eso le cueste 10 euros y otros que paguen el doble de lo que les costó el videojuego.

¿Hay un problema de adicción?

Depende de como se mire. La sociedad tiene más parte de culpa de la que estamos dispuestos a asumir. Parece que la toma de conciencia surge desde ese periodo de cuarentena de 2020. Mucha gente empezó a decir: “los niños son capaces de jugar 8 horas, están enganchados”. Puede ser que en ese tiempo jugaron más de lo que habitual, pero la realidad es otra. En mi época éramos de otra manera. Siempre he tenido videojuegos en casa y éramos los raros, los frikis. La sociedad ha cambiado y el modelo de familia también. En general, ahora los padres trabajan y el niño se queda solo o con sus abuelos. Lo fácil es jugar. Gracias a la magia de internet, en el sillón de tu casa puedes jugar con tus amigos y estar comunicado con voz. La diferencia con el COVID fue que papá y mamá estaban en casa con el niño y vieron la realidad de lo que hace. Sí que es cierto que hay situaciones preocupantes, niños pequeños de 2-3 años que tienen un berrinche porque sus padres no le dejan el móvil.

¿Cuál es la solución? ¿Todo pasa por el control?

Sí y no. Depende también del tipo de videojuego. La Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados, a la que pertenezco, participó en la propuesta de la ley de Gobierno para zanjar el tema de las loot boxes. Es complicado cuadrar todo esto. Se hila mucho, sin llamarlo de la misma manera, con el juego de azar. Una loot box es una tragaperras. ¿Tiene similitudes? Sí. ¿Se le puede llamar de la misma manera? No. Y claro que puede haber casos de adicción. Lo que más me preocupa a mí personalmente es que hasta el juego más sencillo tiene ruletas. Los pequeños ya juegan a eso y estamos normalizando que es lo correcto. Todavía estamos a tiempo de cambiarlo.

¿El problema es más grave desde la aparición de plataformas como Twitch? ¿Los niños y niñas quieren ser como esos streamers que ganan tanto dinero jugando?

Hay que diferenciar entre los gamers y los streamers. El ejemplo más claro es el de El Rubius, que no es un gamer. Se graba jugando videojuegos, sí. Disfruta, también. Pero no es un gamer profesional. Ni siquiera es muy bueno. Él simplemente es un streamer. Hace un poco de showman como Pablo Motos en El Hormiguero. Él hace su papel porque a él le reporta un dinero. El que esta viendo a El Rubius sueña con ser como él. Como alguien de mi edad que de niño quiso ser como Raúl el del Real Madrid. ¿Cuál es la diferencia? Que para ser El Rubius no necesitas nada más que lo que tienes en casa. Aunque para triunfar tienes que tener esas ganas, esa empatía, ese carisma que no todo el mundo tiene. Sin embargo, para ser Raúl tienes que entrenar mucho y muy duro. Ahora lo que mola es ser como El Rubius. Para las desarrolladoras, esto es oro líquido corriendo porque hacen publicidad gratuita, entre comillas, de un producto que seguramente les va a dar ciertos beneficios. Si mañana El Rubius juega en streaming al peor juego del mundo, se van a vender un millón de copias. Hay otros que trabajan directamente para las desarrolladoras. Esos son peligrosos.

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