El mar, donde no existen los obstáculos

El triatleta Iván Raña y un equipo de nadadores usarán material adaptado para personas con discapacidad para acompañar a Inés en el reto Golfo Ártabro

Ignacio García, Juan Sotomayor, Jaime Arias, los hermanos Héctor e Inés López y Felipe López.   | // CASTELEIRO

Ignacio García, Juan Sotomayor, Jaime Arias, los hermanos Héctor e Inés López y Felipe López. | // CASTELEIRO / Marta Otero Mayán

A Inés López le gustan las emociones fuertes. Nadar, correr, sentir el aire en la cara, el roce del agua, la adrenalina de llegar a la meta... Lo cuenta su madre, Rocío, que este sábado la verá llegar a la playa de San Amaro, propulsada por un equipo de nadadores que completarán la travesía a nado desde Mera más inclusiva: el Reto Golfo Ártabro, ideado para romper los obstáculos que aun queden en el mar para personas que, como Inés, cuenten con algún tipo de discapacidad.

Entre ellos, como parte de la expedición marítima, que promueve Enki en colaboración con el Club del Mar de San Amaro, la Marina Coruña y Sup Mera, irá el popular triatleta Iván Raña, que no dudó un segundo en echarse al mar para visibilizar la necesidad de un deporte adaptado que no deje a nadie atrás. “Es un placer participar en esto. Es importante que las personas que tenemos cierta repercusión en el mundo del deporte estemos aquí. Si no lo vives no te das cuenta. Es bonito que las familias vean que a su hijo se le escapa una sonrisa porque lo está pasando bien, que disfruten”, comenta Iván Raña. El triatleta es uno de los voluntarios que ayudará a Inés a realizar la travesía a nado a través de los 4,8 kilómetros que separan ambas playas y, más tarde, llegar corriendo a la plaza de María Pita. Compartirá aventura en el agua con Ignacio García, Juan Sotomayor, Antonio José Rivas, Manuel Márquez, Javier González, Jaime Arias, Felipe López, Juan Carlos Bodelón y Eva Luz, que se turnarán el cinturón que, unido a una cuerda, propulsará la balsa en la que Inés, junto a su hermano Héctor, disfrutará de la experiencia.

“Solemos hacer aventuras como estas, vamos corriendo con el carrito. El objetivo es visibilizar que hay más chavales como Inés que necesitan apoyo para hacer deporte, y que colaboramos para echar una mano a quien lo necesite. Las personas con discapacidad pueden hacer deporte como cualquiera”, defiende su madre. En el mar, la discapacidad no es una barrera, pero, en el caso de Inés, tampoco las hay en tierra: no en vano, del afán por el deporte de esta familia nace la iniciativa Marines Enki, un proyecto ideado para favorecer la incorporación de personas con discapacidad al deporte.

Inés no puede contar, en esta ocasión, con un mejor equipo para cruzar el mar. Entre ellos se encuentra también Juan Sotomayor, inspector de seguridad marítima en la Capitanía coruñesa y también nadador de larga distancia. No le hicieron falta demasiados argumentos para unirse a la aventura cuando Enki se presentó en Capitanía a proponer el proyecto para su estudio y aprobación. “Me preguntaron si me quería animar a nadar, no lo dudé ni medio minuto. Estuve echando una mano con la coordinación y la seguridad, sobre cómo realizar el tema de los relevos, los rumbos, la meteorología...”, cuenta Sotomayor. Después se unió Iván Raña. “Tampoco lo dudó, es una gran persona además de un gran deportista”, asegura.

Un “granito de arena” para adaptar el deporte

El objetivo del Reto Golfo Ártabro no es solo visibilizar la práctica deportiva adaptada, sino también llevar a cabo una colecta para adquirir estos útiles y democratizar la práctica a todas las familias que puedan estar interesadas. Así, la recaudación de la iniciativa irá destinada a adquirir estos aparatos. “Todos los que hacemos deporte conocemos sus beneficios tanto físicos como mentales. Las personas con discapacidad viven una carrera de obstáculos constante. Si la gente es consciente de esto, quizá quiera poner su granito de arena para recaudar fondos para el material”, defiende Sotomayor. De este modo, han habilitado la página de crowdfunding migranodearena.org para quien quiera colaborar en la compra. Y es que, tal y como apunta Rocío, la madre de Inés, esta práctica no siempre es accesible para todos. “El problema no es la discapacidad, sino que el material que necesitamos tiene un precio que no es normal. Si quiero correr con Inés, no basta con poner las zapatillas, necesito un vehículo adaptado. Necesitamos que estos vehículos se normalicen”, apunta.