La Medalla de Oro de Arquitectura se entregará mañana en Madrid a un gallego, al creador Manuel Gallego Jorreto (O Carballiño, 1936). Él mismo aseguraba que cuando recibió la noticia sintió "sorpresa" por un galardón "particular" que conceden sus colegas arquitectos. "Por lo tanto -señala- es algo que se agradece. Otra particularidad es que premia la trayectoria, lo que me hizo pensar que ya ha pasado una vida. Así de claro".

-Hablando de vida, ¿cómo y cuándo decidió que consagraría su tiempo a la arquitectura?

-Vivía en Vigo ya que fui uno de los emigrados de Ourense a la ciudad donde hice los últimos años de Bachillerato en el Instituto Santa Irene. Recuerdo que en un viaje de fin de Bachillerato fuimos a Lisboa. Ahí, empezó mi cambio para estudiar arquitectura viendo sobre todo arquitectura moderna. Era algo distinto a lo que yo conocía como arquitectura. No dibujaba mal y se me daban bien las matemáticas? así que empecé a estudiar en Madrid, volviendo a Vigo en las vacaciones. Era una época en la que para estudiar Arquitectura, había que cursar Ciencias Exactas, en las que se incluía Física.

-Vaya.

-Sí, era una cosa disparatada. Afortunadamente, eso ya ha cambiado.

-¿Recuerda qué sintió cuando le encargaron su primer trabajo al terminar la carrera?

-Mucho miedo, temor. Tras acabar, estuve trabajando en Madrid con Alejandro de la Sota, un arquitecto pontevedrés famoso mundialmente. Trabajé con él algunos años; lo que intentaba era prolongar mi aprendizaje. Sabía que salía de la escuela con conocimientos pero que no eran suficientes para enfrentarme. La carrera la acabé en 1963 y la primera obra la hice en 1966-1967.

-¿Ese miedo ha vuelto?

-El miedo desaparece; pero no desaparece la responsabilidad y preocupación.

-Con 40 años de experiencia, ¿la arquitectura es...?

-Arquitectura es hacer una construcción emocionante, y si se puede, poética.

-Suena difícil.

-Se consigue muchas veces y por bastante gente, no por mí. Hay arquitecturas muy hermosas. La gente pasa por su lado sin mirarlas.

-Aprobar proyectos por el nombre del arquitecto, ¿es un mal de la sociedad actual?

-Si el arquitecto es bueno, está bien. Pero el procedimiento no es fácil. Hay que pensar por qué se hace la obra, si es racional, si se va a vivir bien en ella, si va a estropear el sitio...

-Usted defiende hacer arquitectura con una 'mínima decencia', con la luz como pieza básica, ¿qué opina de emblemas donde no entra el aire exterior?

-El edificio, sigo pensando, se hace para ser vivido. Si hago una oficina y pretendo que viva bien el que trabaja en ella, ¿cómo la voy a hacer cerrada si tienen delante un mar o un jardín maravilloso? El sentido común debe estar por encima de las modas.

-¿La sociedad tiene en cuenta la arquitectura?

-Relativamente poco; más bien tirando a nada (risas).

-¿Por ignorancia?

-No, porque el mundo anda por otro lado. En general, la arquitectura se ha colocado en un star system. Interesa la rechamante, la que llama la atención. Las ciudades buscan tener un elemento atractivo. Esto que digo es una descripción de los hechos, no un juicio de valor. Se busca el espectáculo, lo que más llame la atención. Hoy, lo conocido no es por autoridad, y mucho menos moral, sino porque tiene audiencia.