Quienes lo aman dibujan la misma sonrisa irónica que él colocaba en su boca ante ciertos momentos de dudoso compromiso ético. Las editoriales que -de una o de otra forma- evitaron durante una década reeditar sus poemas o acercar su creación al público conocido o desconocido, rellenan ahora el tanque de combustible para acelerar y llenar el mercado de biografías y antologías poéticas del enfant terrible.

Su amigo Antón Patiño pide dejar a un lado la hipocresía (en su obra Lois Pereiro. Radiografía do abismo, Espiral Maior) y la sombra negra que hace mofa a un autor catalogado como maldito en vida y muerte: "Isto do malditismo é máis bonito contalo que vivilo". No obstante, los esfuerzos de editoriales como Xerais, Galaxia, Espiral Maior, Ouvirmos, Zouma, Positivas o Toxosoutos, entre otras, descifran la línea vital de amor, enfermedad y muerte de Pereiro.

La base familiar.

El cuerpo inerte de Lois Pereiro (nacido en 1958) se encuentra sobre una colina de la alta montaña de Lugo en O Incio. Muy cerca del camposanto, continúa en pie la casa familiar donde jugó, leyó y argumentó con sus hermanos Xosé Manuel e Inés, vivienda en la que pasaban los veranos mientras que el resto del año residían en Monforte. Fueron años de anécdotas y mimos con las abuelas Balbina, Emilia, el abuelo Manuel y el tío Pepe (foto 1), satélites de un núcleo familiar peculiar.

"Seu pai era licenciado en Dereito, traballara de avogado pero como non lle gustara puxo en marcha unha cristalería; e a súa nai fora mestra na República (foto 2). Os nenos tiñan unha conta nas librerías de Monforte para comprar libros. Os amigos del falan da súa familia como unha familia excepcional, con igualdade e liberdade entre os membros. Era xente distinta", explica Marcos Calveiro, autor de Naúfrago do paraíso. Biografía e antoloxía (Xerais).

El comienzo de la furia.

El ocaso de la infancia coincidió con la muerte de Franco. El poeta se encontraba en Madrid matriculado en la Facultad de Sociología, estudios (que le defraudaron) y ciudad que abandonó para regresar a Monforte. En la capital, su primer hogar fue un "enorme piso señorial" donde Lois vivía aislado en su mundo con la literatura en el centro de su personal panóptico, según recuerda Patiño.

De vuelta a casa, la cristalería de su padre le ofreció un hueco laboral aprovechando el verano del 75 para acercarse a lugares como Valdeorras (foto 3) para volver a colocar Madrid en su brújula donde el nombre de Piedad, su amor, le marcaría el norte durante parte de su vida. El rastro, la Filmoteca Nacional, la Escuela de Idiomas donde estudiaba francés, alemán e inglés fueron tres ejes con visagra en la poesía. Fue en Madrid donde escribió entre 1975 y 1978 Poemas para unha Loia, libro póstumo que recoge versos publicados en la revista Loia donde convergía con su hermano, Manuel Rivas y Antón Patiño.

En Madrid, Pereiro también disfrutó de la Transición y la Movida; partió hacia Centroeuropa peregrinando en la busca de la hermandad celta en Irlanda, trazando planes de futuro hasta que en 1981 el veneno llegó a su vida para empezar a "dormir no desastre".

Un futuro sin resurrección

En semanas, Lois Pereiro perdió el hálito. No podía ni vestir solo. "Despois de meses sen saber que enfermidade lle consumía e paralizaba o corpo, os médicos recoñeceron que tiña síndrome do aceite tóxico", explican Xosé Manuel Pereiro, Lino Braxe y Xurxo Souto en Lois Pereiro. Fotobiografía sonora (Ouvirmos).

La ingestión de aceite desnaturalizado de colza -importado para uso industrial y vendido para consumo humano- incluyó a Lois Pereiro en el listado de 18.000 personas afectadas en España. La enfermedad lo devolvería, con enormes dolores hasta su muerte, a Galicia que abandonaría sólo por días para realizar distintos viajes con Piedad (foto 4) y otros amigos así como con su familia.

Es la intoxicación la que lo convertirá en un náufrago del paraíso (título de una novela inacabada), en un poeta con escalofríos en letras: "Xa non podo ver nada ó meu redor/ que signifique máis que a miña sombra" ante "un punto final no aire", como recogía en el poema Pregúntome cando, de su obra Poemas 1981/1991 editado por Edicións Positivas en 1992, año en el que realizó una escapada con su familia a Bruselas (foto 5).

Con ese libro, comenzó a esculpir en su biografía la fama de maldito mientras aprovechaba para escaparse a Berlín, París o Düsseldorf ganándose la vida con traducciones como las que realizaba para el doblaje de películas porno en alemán. "É o traballo máis fácil e mellor pagado da miña vida. O xemido é idioma universal", confesaría a Patiño en una entrevista.

Pereiro se convertiría en un icono postpunk gracias a su obra y a las fotos de autores como la captada por Vari Caramés en 1996 junto a Rivas (foto 6); mientras Xurxo Lobato lo inmortalizaba con César Antonio Molina o Fernán Vello en esos años (foto 7).

Epitafio con mensaje

Poesía última de amor e enfermidade sería su último libro en vida, escrito entre 1992 y 1995 con acróstico incluido dedicado al nuevo virus contraído, sida; y con descripciones de su cuerpo como "un campo de batalla", confesando la recepción de un "perverso, inofensivo e altruísta placebo inocuo administrado a un corpo xa vencido". La crónica de sus últimos días se se oyó en recitales; sobreviviendo en compañía de amigos y familia (fotos 8 y 9) hasta que "a guerra fría e clandestina" convirtiese no sólo su alma sino su cuerpo en objeto de un epitafio que reclama "unha húmida mensaxe de vida e de furia necesaria".