"Indiscutiblemente, Camba es el rey del articulismo. Es el número uno", sostiene Manuel Vicent, otro gran columnista, dice, y lo antepone a César González Ruano, a Agustín de Foxá y hasta a Josep Pla: "Si hoy enviara usted como suyo un artículo de Camba a un periódico, lo publicarían y dirían: '¿quién es ese que escribe tan bien, de una cosa tan de ahora y es tan moderno?".

De esa modernidad y vigencia hablan las frecuentes reediciones que se hacen en los últimos tiempos de las obras del genial periodista gallego, nacido en Vilanova de Arousa en 1884 y muerto el 28 de febrero de 1962 en Madrid, hace ahora cincuenta años, y que vivió los últimos catorce años de su vida retirado en la habitación 383 del Hotel Palace, de Madrid.

La editorial Reina de Cordelia rinde homenaje a Camba en este aniversario con la publicación de Playas, ciudades y montañas, uno de los libros de juventud del cronista, que se abre con una serie de artículos dedicados a Galicia y a su Arousa natal, y continúa con crónicas de París (la ciudad), donde fue corresponsal del diario El Mundo, y Suiza, la montaña, donde pasó unas vacaciones. Desde la primera a la última, Camba deja en estas páginas la que sería marca de la casa, el uso de la agudeza, la ironía, la mordacidad.

Playas, ciudades y montañas, fue publicado por primera vez por Espasa Calpe en 1916, el mismo año en que salieron Alemania: impresiones de un español, y Londres, impresiones de un español.

"Hasta esa fecha (1919), Camba había publicado ya centenares de artículos en varios periódicos españoles de principios del siglo XX pero, por dejadez o por desconocimiento, jamás se había preocupado por reunirlos en forma de antología para que fuesen publicados como libros", señala en el prólogo de esta edición Francisco Fuster, para quien Playas, ciudades y montañas es uno de los libros más auténticos y que mejor representa al autor por su naturaleza heterogénea.

"Aquí está -señala Fuster- el Camba más gallego y autobiográfico, el escrutador implacable", el Camba que ejerce de flaneur en el París moderno y cosmopolita de la Belle Époque y el Camba "irónico y mordaz" que describe a Suiza como "lo más yanqui del mundo".

El libro llevaba sin reeditarse desde 1934 y ahora lo recupera Reino de Cordelia que, con Rey Lear, ha publicado también La casa de Lúculo y Un año en el otro mundo, el primer libro de Camba sobre Nueva York, a donde fue contratado por ABC.

La casa de Lúculo lleva prólogo del coruñés Eduardo Riestra, de Ediciones del Viento, que publicó Dos novelas bastante cortas (2007), las dos únicas obras narrativas de Camba: El matrimonio de Restrepo y El destierro, inéditas desde 1924 y que constituyen -se podría decir- una anomalía.

Camba presumía de vago y perezoso. Tanto, que llegó a decir que nunca escribiría novelas. Por eso se dedicó al artículo, "el logos, la más pura y elegante inteligencia de España", en palabras de Ortega y Gasset.

Era el género que mejor se ajustaba a su estilo de cronista rápido, mordaz, impresionista, impulsivo e intuitivo. Y por eso sus libros suelen ser recopilaciones de sus escritos de gastronomía y de viajes. Sobre todo, de viajes: "Yo me declaro un poco atacado de esta enfermedad de los viajes. Así como hay quien colecciona sellos de correos, puños de paraguas, pipas, corbatas, fotografías de actrices o billetes de banco, yo colecciono países", escribió.

De Camba, Alhema Media reeditó en 2008 La ciudad automática, su visión de Nueva York, y Aventuras de una peseta, un retrato humorístico de la Europa de su tiempo. Espasa Calpe, su editorial de siempre, publicó unos años antes, en 2003 en la colección Austral, Páginas escogidas, una selección de 280 artículos -muchos de ellos inéditos- de los más de cuatro mil que llegó a escribir el que para muchos ha sido, como mínimo, el mejor cronista de la primera mitad del siglo XX.

Otro de los admiradores declarados de Camba hoy en día es el periodista Arcadi Espada.

El primer artículo que ABC publició de Camba, el 8 de octubre de 1913, era toda una declaración de principios. Mi nombre es Camba, se titulaba, y Espada se deshace en elogios: " Es soberbio. No sólo porque su arquitectura sea perfecta, su estilo impecable y su originalidad evidente. Es que se trata del muy soberbio grito con que el joven Camba -29 años- se presenta, después de años en la prensa golfa, en el salón más noble de la época. No ha necesitado chambelanes ni voceros. Mi nombre es Camba. En la última línea pide a sus lectores que no le tomen completamente en serio. "Ni completamente en serio ni completamente en broma" .