Pedro Ramos, escritor madrileño afincando en A Coruña, presenta hoy a las 19.00 horas en el Fórum Metropolitano su última novela, Todo es mentira.

-¿Cómo nace el libro?

-Escribí la novela en el año 2008, a medida que se desarrollaba el caso Madoff. Quería profundizar temas que me preocupaban, pero no sabía cómo darles forma de novela. Y lo conseguí imaginándome que era un señor que, debido a la estafa con Bernard Madoff, se encierra y se graba en vídeo, que es la voz narradora del libro.

-¿Le interesaba Madoff en sí o como personaje simbólico?

-Como personaje. Su historia me interesaba menos que el que fuese un símbolo. De la codicia, la avaricia y las ganas de acumular dinero. Y vivió una doble vida durante muchísimo tiempo, es el colmo de la impostura. A su propia hermana le decía que no podía invertir en su empresa, ¡Y ella se quejaba de eso en las cenas de Navidad!

-Pero empieza el libro diciendo que todos hubiéramos hecho lo mismo en su lugar.

-Esa es la premisa de la que parte la voz narradora: todos hubiésemos hecho lo mismo. No quería denunciar a Madoff, sino reflexionar sobre cuál es nuestro precio. Tú te llevas unos folios de la oficina para casa, o haces llamadas personales con teléfono de empresa, o te cuela un amigo en la Seguridad Social. Lo que varía es la escala, cada uno llega a lo que llega.

-¿Por qué perseguimos la riqueza y la fortuna?

-Porque no hemos conseguido educar a las generaciones para que disfruten, sino para que adquieran, compran, se vayan de vacaciones a no sé dónde, pero no para disfrutar del día a día.

-¿Y cuál es el sentido del éxito?

-¡Ninguno! Aparte de la vanidad y el tener poder para mandar sobre otras personas. Somos como hámsters encerrados en una rueda.

-El narrador es un vendedor que se hizo rico a veces cometiendo crímenes.

-Para vender, tienes que renunciar en muchos casos a la moralidad. Al final, hay que ser un poco hipócrita; si no, no podríamos vivir. Por eso el título, Todo es mentira.

-El personaje principal se sacó una carrera, trabajó, consiguió el éxito. ¿Falla él o el sistema?

-Lo segundo, por supuesto. Tenemos dos herramientas: el consumo y el voto, pero estamos muy acostumbrados a decir: "Señores, hagan algo". Pero el que tiene que empezar a hacerlo es el individuo. Y el 20-D podemos depositar nuestro voto en un partido político que cambie las reglas del juego. Porque las actuales permiten la corrupción y otros problemas que están debilitando el sistema. Y si el sistema no funciona, hay que cambiarlo.

-¿Quiénes viven fuera de ese sistema hipócrita?

-Nadie. Lo intentan los artistas y los locos, pero la mayoría de los artistas se acaban metiendo en el mainstream. La mayoría de los escritores que recordamos hoy en día no fueron famosos en su época, no se ganaron la vida escribiendo. El arte se está convirtiendo en algo muy banal, se está llevando al entretenimiento de grandes masas.

-¿Y los locos?

-Un loco no se atiene a las reglas, se comporta como él quiere. Ser el loco de la ciudad dice mucho a favor de lo que estás haciendo. Querer, hoy, vivir de contar historias con un valor literario y que puedan ayudar a la gente es una idea muy loca.

-¿Y cómo puede ayudar este libro al lector?

-Puede ayudarle a reflexionar sobre el mundo en el que vive, profundizar alguno de los temas que se ha planteado pero no tiene tiempo de buscar. La novela mezcla ensayo, ficción, fuentes de internet, canciones. Me propuse descubrirle al lector otras autores, a Cortázar, a Trapiello, a César Antonio Molina, Cunqueiro, incluyo un poemas, y letras de canciones, para hilvanar la historia. Desde el punto en el que empieza, diciendo que todos hubiéramos hecho lo mismo que Madoff hasta decir: "deja de regodearte en tu dolor y haz algo, si realmente estás tan preocupado por este mundo".