Este filme, que se estrenó hoy en Francia, da cuenta de lo que algunos críticos han llamado "las tres vidas" de Barbie, conocido como el "carnicero de Lyon", puesto que, tras la época nazi, fue utilizado con fines de espionaje por Estados Unidos, país que posteriormente le ayudarían a instalarse en Bolivia.

El director de cine ha preferido en este documental, que no aporta revelaciones significativas sobre su biografía, pasar rápidamente por los años del nazi como responsable de la Gestapo en Lyon, que le valieron en 1987, cuatro años antes de su muerte en prisión, una condena en Francia a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad.

Al estimar que otros estudios ya han tratado ese periodo de su vida, McDonald se centra en cómo después de la Segunda Guerra Mundial fue contratado por los servicios del contraespionaje de Estados Unidos (CIC), para los que trabajó en Alemania de 1947 a 1951, año en el que se trasladó en Bolivia ante la amenaza de su extradición a Francia, donde se le buscaba para ser juzgado.

"La parte que más me ha interesado era el mundo desesperado de la posguerra, cuando los antiguos enemigos fascistas se veían transformados en aliados contra el comunismo", explica Macdonald, que estuvo a punto de titular su película 'Cómo ganaron la guerra los fascistas'".

En Bolivia, donde Barbie se hizo llamar, no sin polémica, Altman -como el rabino de su población natal en Alemania-, el antiguo nazi estuvo al frente de una serrería en La Paz antes de meterse en el comercio de quinina y establecer relaciones con las redes del poder militar del país andino.

Apoyado por el general Barrientos, el antiguo responsable de la Gestapo y antiguo colaborador de los servicios secretos estadounidenses, creó una compañía marítima que sirvió para traficar con armas y participar en la llegada al poder en Bolivia del general Hugo Banzer en 1971, y en 1980 de Luis García Meza.

La situación cambió dos años más tarde con la izquierda en el Gobierno: Barbie fue expulsado y extraditado a Francia, donde fue juzgado en un proceso histórico, en el que negó todos los cargos y se limitó a declarar.

Su único testimonio registrado en este documental y pronunciado antes de ser condenado por, entre otras cosas, enviar a los campos de exterminio a 44 niños judíos, fue reconocer que había "combatido con dureza a la Resistencia", pero se justificó porque "era la guerra".