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Polideportivo

Treinta años entrando a canasta

La base del Maristas ha jugado en todas las categorías nacionales y en ocho de los principales equipos gallegos - "Si lo pienso, estoy como una cabra", bromea

Treinta años entrando a canastaj. roller

Ocho equipos, cinco categorías y una única pasión: el baloncesto. A Mayte Touza (Pontevedra, 1975) le picó el gusanillo cuando tenía diez años. Treinta después y a punto de cumplir los 41, sigue enganchada. "Si lo pienso... estoy como una cabra", bromea. Ha pasado por todas las categorías nacionales, por la mayoría de los equipos gallegos importantes (Arxil, Celta, Cortegada, Universitario de Ferrol) y apura sus últimas canastas en el Sondeos del Norte Maristas coruñés. Llegó a colgar las zapatillas, pero siempre regresó a las pistas. "Es difícil dejarlo. Acabo echándolo de menos", reconoce. Una carrera con la que se ha ganado un unánime respeto.

Empezó en el Arxil de su ciudad natal, Pontevedra. Allí lo aprendió todo y se formó como persona y jugadora. En categoría júnior, dio un gran salto al pasar al Celta, de máxima división y que incluso disputó competición europea cuando ella estaba en sus filas. "Fue una aventura increíble porque era un equipazo, y aprendí un montón. Pero se me hizo un poco duro porque tenía que desplazarme todos los días desde Pontevedra a Vigo", recuerda. Después pasó al Cortegada, primera experiencia como sénior que califica como "interesante y positivo".

Los estudios le llevaron a Santiago y a echarle una mano al equipo local, el Cluny. Cuando acabó esa etapa, lo dejó. "Caí de casualidad en Ferrol. Necesitaban gente, me animé y me quedé cinco años. Jugaba en Liga Femenina 2, a la vez trabajaba y me era muy sencillo compaginar. Además el año que me fui ascendimos a máxima categoría", comenta. Antes de volver a Santiago para jugar en el Pío XII, volvió a parar. Igual que después. Lo retomó de nuevo en Cambre. "Allí era jugar para pasarlo bien y disfrutar". Y por último, Maristas: "Estoy muy contenta, aquí el trato es familiar".

Con su actual equipo, la base espera despedirse a lo grande. Como en Ferrol, dejándolo en una categoría superior. Significaría algo histórico para el modesto club coruñés. "Hay dos fases de ascenso y nosotras no tuvimos mucha suerte los últimos años, no llegamos en nuestro mejor momento y nunca conseguimos pasar de la primera", analiza. El conjunto que dirige Román Gómez es líder de Primera Nacional, pero con un partido más que su principal rival, el San Isidro. El primer clasificado a final de temporada se clasifica directamente para la fase de ascenso a Liga Femenina 2. Los cuatro siguientes tienen que disputar un play off para ganar el otro billete en juego.

"Estamos asentadas en la categoría y es hora de dar un paso más y por lo menos llegar a la fase de ascenso", alienta. "Somos un grupo que lleva varios años jugando junto y eso nos da confianza a la hora de jugar", señala como los puntos fuertes de su equipo. También lo es el pabellón colegial. Allí el Maristas llevaba una racha de casi dos años sin perder aunque cedió hace dos semanas ante el Ventanas Arsan y se repuso el pasado contra el Lourenzá: "Son cosas que pasas. Firmo haber perdido ese partido en casa y ganar contra el San Isidro, que es contra el que nos lo jugaremos todo por la primera plaza".

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