fútbol

Xavi, anatomía de una humillación

El Barça, un año después de ganar la Supercopa al Real Madrid, avanza hacia la nada

marcos lópez

Acabada la final, y con una derrota que le coloca bajo sospecha, más que nunca, Joan Laporta abrazó y acunó a Xavi. Veía el técnico que ese 4-1 del Madrid no solo le había hecho perder el primer título de la temporada (la Supercopa) sino que le dejó desnudo, expuesto a “muchísimas y merecidas críticas”, como él mismo confesó. Un torneo así le costó el puesto a Ernesto Valverde (enero 2020) cuando iba incluso líder de la Liga.

Ahora, el Barça de Xavi no manda ni en la Liga, superado por Girona y Madrid, que le ha endosado un sonrojante 10-2 en los tres últimos duelos directos: 0-4 en el Camp Nou (semifinal Copa, abril 2023), 1-2 en Montjuïc (Liga, octubre 2023) y 4-1 en Riad (Supercopa, enero 2024). La figura de Xavi no deja de debilitarse.

Un técnico bajo sospecha. Fue la peor noche de Xavi. Hace un año vivía la mejor. Ahora, en cambio, el entrenador se siente más cuestionado que nunca, consciente de que su figura resulta cada vez más débil. Dos años y dos meses después de su llegada al Camp Nou, Xavi observa cómo su obra se derrumba, incapaz de hallar el dibujo táctico para que su equipo se sienta cómodo. En Riad recurrió a la fórmula del Barça de los cuatro centrocampistas. Pero no le sirvió de nada. Terminó con el Barça tradicional, coincidiendo con la triple entrada de João Félix, Fermín y Lamine Yamal. O sea, con tres delanteros. Ni uno ni otro funcionaron, retrato de ese equipo desfigurado que no descodifica los mensajes que recibe de su entrenador.

Su equipo no tiene la identidad definida. Falta saber si Xavi podrá sintonizar el mismo lenguaje que emiten sus jugadores. Además, aquella convocatoria contra el Amberes donde se subieron, finalmente, al avión a futbolistas que él había descartado colocó en entredicho su autoridad.

La fragilidad por sistema. Koundé salió en la foto de dos de los cuatro goles del Madrid. En el primero evitó, con un torpe movimiento, que Vinicius estuviera en fuera de juego. Y en el cuarto, obra de Rodrygo, despejó defectuosamente. Araujo, que terminó expulsado, no llegó a tiempo de frustrar el 2-0 de Vinicius y provocó después el penalti del 3-1. Era, curiosamente, la misma estructura defensiva que tan bien le funcionó a Xavi en la Supercopa que le ganó al Madrid hace un año. Pero el Barça se ha convertido en un equipo transparente, donde sus jugadores quedaron superados por un Madrid que cumplió fielmente su plan de partido. Una derrota que desangra a los azulgranas porque no es algo pasajero. La tendencia ya era descendente. En los ocho últimos partidos, el Barça ha perdido tres (Girona, Amberes y Madrid), cediendo un empate (Valencia) y ganando cuatro (tres por la mínima a Almería, Las Palmas y Barbastro). El problema es que el equipo de Xavi ha recibido 17 goles en esos ocho partidos y tan solo ha anotado 16, lo que retrata el tremendo desequilibrio que sufre.

Más de 270 millones de euros en fichajes. El Barça no tenía dinero. Y se ha gastado más de 270 millones en reforzar una plantilla que camina hacia una peligrosa involución. Vendió activos para los próximos 25 años bajo la metáfora de palancas que activó el presidente Joan Laporta, convencido de que tenía que traer jugadores veteranos (Lewandowski y Gündogan, entre otros) que dieran resultado inmediato para obtener títulos que devolvieran la calma al club.

Ganó la Supercopa y la Liga, pero desde hace meses el equipo no mejora. Ni evoluciona, a pesar de que han ido llegando jugadores en estos dos últimos años. Hasta 18 fichajes ha realizado el club en estos tiempos de miseria recurriendo a todo tipo de fórmulas para superar el fair play que tiene maniatado a la dirección deportiva. Y el último en llegar ha sido Vitor Roque, el joven delantero brasileño (30 millones fijos más 31 en variables), que no jugó ni un minuto en esta Supercopa. Con él, la cifra asciende, incluyendo esos variables por el exdelantero del Athlético Paranaense, a 277 millones.

Laporta calla y Deco arropa al entrenador. “Esa pregunta no tiene ningún sentido. No es el momento de hablar de eso. El míster tiene toda la confianza del presidente y de la dirección deportiva. Es una derrota dura, pero no cambia nada”, argumentó Deco, director deportivo del Barça, a Movistar + cuando le preguntaron por el futuro de Xavi. El presidente Joan Laporta, en cambio, eligió refugiarse en el silencio tras ese doloroso 4-1 del Madrid que coloca bajo sospecha el proyecto deportivo. Deco escogió la vía convencional en manuales de crisis (apoyar al entrenador) y Laporta optó por callar. Callar y esperar.