El Deportivo y Abanca, una relación con fecha de caducidad

La entidad financiera reitera la intención de recuperar su inversión mediante la venta futura del club - El banco ha mantenido el compromiso con su viabilidad mediante inyecciones para cubrir pérdidas

Panorámica de Riazor en un partido de esta temporada. |  // CARLOS PARDELLAS

Panorámica de Riazor en un partido de esta temporada. | // CARLOS PARDELLAS / M. OTero

Marcos Otero

Marcos Otero

El Deportivo de hoy en día no podría comprenderse sin Abanca. Desde que la entidad financiera firmara con el club en 2017 un crédito para liquidar su deuda con Hacienda y competir por aquel entonces con mayores garantías en Primera División, el banco ha sido una parte inseparable de su funcionamiento. Esa relación, sin embargo, siempre tuvo fecha de caducidad.

Abanca nunca ha ocultado que su participación en el Deportivo no se alargaría para siempre. Desde que en 2020, con el club sumido en una importante crisis institucional y deportiva, se inició el proceso de capitalización de la deuda contraída con la entidad financiera presidida por Juan Carlos Escotet, siempre estuvo sobre la mesa la fórmula de una alianza estratégica con la que reflotar la sociedad para una posterior venta. El banco lo ha vuelto a poner de manifiesto recientemente con la memoria anual que ha enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

“La operación de capitalización de deuda se formalizó con el objetivo de participar en la gestión y reestructuración de la sociedad, poniéndola en valor en el menor plazo posible, y establecer un plan de venta para dar entrada a nuevos socios y recuperar la inversión realizada”, recoge el texto remitido por Abanca sobre sus planes de futuro en relación al club blanquiazul. El párrafo no es muy diferente al de la memoria de otros ejercicios.

Ya en 2021, poco después de que la entidad financiera formalizase la capitalización de deuda y se hiciese con más del 75% del accionariado del club, apuntaba que su intención era la de trabajar desde dentro para una futura venta de su participación. “La operación se ha formalizado con el objetivo de participar en la gestión y reestructuración de la sociedad, poniéndola en valor en el menor plazo posible”, resumía el banco entonces.

El proceso no era nuevo para la entidad presidida por Escotet, que recientemente ha completado la venta de Pescanova después de una operación similar, pero en el caso del Deportivo confluyen otras variables relacionadas con la naturaleza imprevisible del fútbol. Para que el club sea atractivo para una posible venta y Abanca pueda recuperar la inversión multimillonaria que ha ido efectuando en estos últimos años necesita al menos que el equipo regrese al fútbol profesional. Solo el horizonte de la Primera División, sin embargo, podría hacer que la oferta a la entidad financiera estuviera cerca de los recursos que ha destinado a mantener la estructura del club.

Porque de lo que no ha quedado duda en estos años es del compromiso del banco con la supervivencia y la viabilidad del Deportivo. Abanca concedió inicialmente un crédito por valor de 45 millones de euros para que el club liquidase su deuda con la Agencia Tributaria y tuviera así mayor margen de maniobra para competir en la élite, pero todo empezaría a torcerse deportivamente a partir de entonces.

El club descendería en 2018, un año después de firmar ese acuerdo, fracasaría en su intento de regresar a Primera y acabaría en 2020 en la antigua Segunda División B después del capítulo bautizado como caso Fuenlabrada. Abanca ya había acudido antes al rescate del club intercambiando parte de ese préstamo en acciones para que el club, colista en Segunda, se reforzase en el mercado de enero de 2020.

Desde entonces no ha parado de invertir en la entidad blanquiazul para poder mantener su funcionamiento. El Deportivo, a pesar de militar por tercer curso consecutivo en el tercer escalón del fútbol español, mantiene una estructura no muy diferente a la que poseía en el fútbol profesional, con una cantera importante, un filial que pelea por ascender a Segunda RFEF y un conjunto femenino que busca su regreso a la máxima categoría. Los ingresos en la Primera RFEF, sin embargo, no permiten sostener esa estructura y el club es completamente dependiente de las aportaciones que efectúa su propietario.

Abanca inyectó en los dos últimos ejercicios liquidez mediante un crédito participativo por un importe máximo de doce millones de euros para garantizar el funcionamiento corriente del club y que ha sido prorrogado en la última junta de accionistas. El banco también ha tenido que asumir las pérdidas que arrastra la entidad blanquiazul fuera del fútbol profesional a pesar de los esfuerzos que ha hecho para reducirlas. Al cierre de 2022 fueron de 2,5 millones, muy por debajo de las 10,45 del año anterior.

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