Djalminha, el único que brilló

El histórico jugador brasileño recibe el homenaje de Riazor en su regreso a la ciudad en una tarde marcada por la dolorosa derrota del equipo

Marcos Otero

Marcos Otero

En estos tiempos de fútbol líquido abundan las recopilaciones en Youtube de jugadores que si uno las ve podría parecer que los futbolistas del estilo de Djalminha no son una excepción. Esos compendios de jugadas aguantan a duras penas lo que luego se puede ver sobre el césped en un partido real. Porque Djalminha solo hubo uno y estuvo en Riazor para recibir el homenaje de una afición que no lo olvida. Ni a él ni a muchos otros que ayudaron a construir la gloria reciente del club.

Djalminha en Riazor

Djalminha en Riazor junto a la Federación de Peñas / Carlos Pardellas / Carlos Pardellas

Han sido unos meses muy nostálgicos para el deportivismo, primero con los homenajes a Scaloni, Mauro Silva y Bebeto, y ahora a Djalminha. Los cuatro son estandartes de un Dépor que cada vez queda más lejos y lo malo de la nostalgia es que suele aparecer cuando el presente está lejos de lo que a todos nos gustaría

Djalminha en Riazor junto a su hijo Joao

Djalminha en Riazor junto a su hijo Joao / Carlos Pardellas / Carlos Pardellas

Deportivamente el club está en su peor momento, pero está muy vivo, como lo demuestra que a Riazor acudan más de 25.000 aficionados para el partido que enfrenta al equipo con el filial de su rival histórico.

Djalminha saludó a los jugadores antes de saltar al césped

Djalminha saludó a los jugadores antes de saltar al césped / Carlos Pardellas / Carlos Pardellas

Muchos de ellos son niños que no han visto jugar a Bebeto, Mauro Silva o Djalminha, a los que sus padres les han contado que ese jugador al que ayer vieron en los videomarcadores haciendo cosas inverosímiles con una pelota no era uno más entre los protagonistas de esas recopilaciones que ven en Youtube.

Djalminha, junto al presidente del Dépor

Djalminha, junto al presidente del Dépor / Carlos Pardellas / Carlos Pardellas

Djalminha fue único, quizá el último representante de un fútbol que ya no existe, desplazado por las academias y las escuelas en las que se enseña a jugar a dos toques.

Por eso la gente le quiere todavía y los padres les cuentan a los niños, muchos ayer vestidos con esa camiseta amarilla en homenaje a sus magos brasileños, que jugó en su equipo. Y Djalminha lo agradece, como cuando le recordaron que con él se ganó una liga y que “hizo soñar en cada jugada” a la grada, como rezaba el tifo de los Blues.

Djalminha, en Riazor

Djalminha, en Riazor / Carlos Pardellas / Carlos Pardellas