El fundador de la saga Simeón García de Olalla y de la Riva emigró desde La Rioja a Santiago en 1845, donde asumió desde 1854 la continuación de los negocios de su fallecido hermano Timoteo García. Los primeros años fueron decisivos para establecer conexiones personales y comerciales en las que basó su red de distribución de tejidos en Galicia y su incipiente red bancaria. En la ciudad compostelana conoció a José Nieto Ozores, con el que entabló relaciones empresariales y familiares. Otro nombre a destacar en los primeros tiempos fue el de su paisano Jorge de la Riva.

Ambos empresarios fueron determinantes en el desarrollo de su compañía mercantil. Ozores fue clave para su expansión fuera de la región y el segundo constituyó un apoyo decisivo en su introducción en el mercado gallego. En concreto, los primeros pasos de Simeón García estuvieron relacionados con Jorge de la Riva, con el que se asoció entre 1875 y 1867. Por su parte, Nieto se trasladó a Barcelona y se asoció a la casa Simeón bajo la razón de Nieto García y Riva (1877), que se convirtió en el distribuidor de los tejidos comprados. En esta época, varias compañías gallegas se dedicaban a la compra y venta de tejidos catalanes (dos de las mayores empresas en la comercialización de tejidos estaban conectadas con casas catalanas). A partir finales del XIX, sin embargo, la relación con Cataluña cambió, y muchos empresarios autóctonos operaron en Galicia con la misma estrategia: con delegados locales.

Un ejemplo de esto fue la casa Simeón, que extendió sus redes mercantiles imitando la operativa que ya habían iniciado los catalanes en España y se asociaban bajo la forma de una compañía comanditaria o colectiva, con comerciantes de la localidad donde pretendían introducirse. De esta forma, localizaron la casa matriz en Compostela, que actuaba como socio capitalista y los socios locales actuaban como socios gerentes o industriales, con lo que la sucursal que la casa Simeón estableció en A Coruña se comprometía a comprar los productos de las fábricas de Barcelona y Alcoi a cambio de comisión. Al mismo tiempo, la casa desarrollaba su actividad bancaria.

El empresario se embarcó en diferentes negocios, tanto en solitario como con socios. Al fallecer, su labor fue continuada por su viuda e hijos, que formaron una sociedad en Santiago bajo el nombre de Viuda e Hijos de Simeón García, en 1889. El crecimiento de esta firma fue imparable y entre 1894 y 1969 el capital se multiplicó por 300 y se transformó en sociedad anónima. Durante la Guerra Civil, se incrementaron los beneficios debido a que Galicia se mantuvo en manos de los sublevados y alejada de la línea de frente, por lo que gozaba de una posición excelente para satisfacer la demanda de guerra.

A comienzos de 1972, la casa Simeón, por su parte, derivó en la formación de una sociedad anónima y su objeto social fue ampliado a operaciones de carácter agrícola, industrial, comercial y financiero. La empresa llegó hasta la cuarta generación, que se introdujo de forma mayoritaria a partir de 1957, aunque la mayoría de los miembros, con el paso de las generaciones, quedaron desvinculados de Galicia. El volumen de pasivo captado era cada vez mayor, y si las necesidades de la actividad exigían más recursos, se acudía a la ampliación de capital: la familia suscribía habitualmente la totalidad de las acciones emitidas.

La combinación entre comercio de tejidos y la banca no fue una actividad excepcional en el siglo XIX y la casa Simeón destacó por su proyección regional y extrarregional. Una idea de la expansión lograda radica en el número de individuos que actuaban como corresponsales desde su fundación. En algún caso como el del Banco Español del Río de la Plata, la casa Simeón ejercía de representante de esta entidad en el negocio de la recepción de las remesas de la emigración.

La entidad extendió sus redes comerciales y financieras, creando sociedades colectivas o comanditarias con empresarios de la localidad y desarrollando, también, sus propias sucursales. Así fueron surgiendo en las principales poblaciones gallegas sociedades comanditarias, una estrategia que se repitió al crear filiales en ciudades como Barcelona, Madrid, Santander, Bilbao y Oviedo. Además de estos, Simeón también invirtió en Hotel Compostela, Conservas y Salazones Goday SA o en Aguas de Mondariz. Tras la Guerra Civil el capital bancario adquirió un papel protagonista en la promoción y respaldo de muchas empresas.

Las sucursales también desarrollaron de forma paralela sus inversiones particulares, no demasiado alejadas de las que marcaba la casa matriz. Una de las principales oficinas gallegas, la coruñesa Hijos de Simeón García y Cia, creó sus propias filiales y adquirió participaciones en el sector de la electricidad. La inversión en deuda pública fue otro de los capítulos importantes en su cartera de valores entre 1942 y 1955. La filial compostelana también desarrolló una activa presencia en compañías regionales y españolas. Con el tiempo, el capital humano también se fue renovando, y la compra y venta al por mayor de tejidos españoles y extranjeros, paquetería y quincalla y las operaciones de banca eran el núcleo de su operativa social. Por su parte, la sucursal en A Coruña, que arrancó en 1884, se dedicó también al comercio de tejidos de lana, seda, algodón y otros géneros españoles y extranjeros. A diferencia de las restantes filiales del grupo Simeón, ésta no contó con una sección bancaria.

Desde su fundación, por la sociedad pasaron numerosos socios y fue muy prolífica a la hora de crear sucursales de la casa matriz. Tras la IGM mundial estableció filiales en Ferrol, dos en A Coruña, otra en Lugo y una última en Sarria, por lo que dispuso de cuantiosas oficinas repartidas por toda la geografía gallega y española y puede considerarse como una precursora de los grandes almacenes modernos.

Los negocios, sin embargo, fueron desapareciendo, ya que, en el caso de la venta de tejidos, se comprobó que el más rentable era el de Vilagarcía tras realizar un estudio de viabilidad y éste, que fue el último en desaparecer, cerró a finales de los 80. La sección bancaria desapareció mucho antes, Hijos de Simeón García y Cia de Ourense fue adquirida en 1958 por el Banco Español de Crédito. También se traspasaron las filiales de Vilagarcía y Santiago, no así en Vigo, donde operó con el nombre Banco Simeón. El Banco Simeón se creó en 1965 como resultado de la absorción de las secciones bancarias del grupo familiar Simeón. La entidad fue, sin embargo, nacionalizada en 1984 y adquirida por el Banco Exterior de España al precio simbólico de una peseta. En 1995, la Caixa Geral de Depósitos de Portugal compró el Simeón, entonces propiedad de Argentaria, y en 2002 se produjo la fusión entre los bancos Simeón, Luso Español y Extremadura, los tres pertenecientes a la firma portuguesa. La fusión alcanzó a duplicar su tamaño y los servicios centrales se trasladaron a Madrid.

Alonso, Luis; Lindoso, Elvira;Vilar, Margarita. Construyendo empresas. La trayectoria de los emprendedores coruñeses en perspectiva histórica