-¿Las nuevas tecnologías pueden sostener un nuevo modelo productivo?

-Yo no creo en los nuevos modelos económicos ni que el modelo del ladrillo esté hundido. Las telecomunicaciones pueden ayudar a cualquier sector productivo, son muy transversales y esa transversalidad fomenta la productividad y ayuda a cualquier modelo económico. No somos el paradigma, primero porque yo creo más en las personas. Claro que el entorno ayuda muchísimo y no hay un sector que no utilice o necesite de las TIC.

-Se queja de que el sector TIC tiene poca base industrial en Galicia...

-Ocurre en toda España. Al margen de Madrid, apenas hay asentamientos industriales relacionados con las telecomunicaciones, y se puede fabricar en España. Todo producto en el que la mano de obra tenga un impacto del 8% en el coste total se puede perfectamente fabricar al mismo precio que en China o India, porque es un producto muy tecnificado con un 90% de componentística y yo creo que es preferible fabricar aquí a costa de reducir beneficio. Y en todo caso aunque no pueda reducir mucho mi beneficio, creo que la sociedad valora cada vez más que un producto esté fabricado en un sitio donde se respetan los derechos laborales. Hay usuarios que están dispuestos a pagar un euro o dos más. Hay estudios de economistas industriales muy serios que dicen que un país por mucho que apoye el I+D+i y dé subvenciones tecnológicas si no tiene detrás una base industrial, está condenado al fracaso.

-¿Podría ser Galicia un punto de referencia de una industria potente?

-Claro que sí, de hecho ya hay industria, pero hay que potenciarla. La industria necesita alrededor de universidades, que las hay; de centros de I+D, que los tenemos; de unos poderes públicos sensibles, que yo creo que tenemos, y muy importante: necesita contar con el sistema educativo. ¿Qué hace falta? Un pacto tecnológico industrial. Esto lo ha hecho el País Vasco hace más de veinte años, y hoy en día tiene una de las tasas más bajas de paro de Europa, unas tasas de pobreza de las más bajas de Europa. Esto nace de una voluntad de consenso. Otro ejemplo es As Pontes, que se ha caracterizado por el diálogo entre unos sindicatos; el generador, que entonces era Endesa, y los poderes públicos. Hace ocho años no había comunicaciones, la telefonía era muy mala y todo se ha superado. As Pontes tiene unas comunicaciones extraordinarias, buenos asentamientos industriales, un suelo muy económico para instalarse. Hace falta diálogo y generosidad.

-Con estas condiciones de partida, no debiera ser tan difícil, sólo hay que sentarse.

-Sí. Dejemos los protagonismos y ese tema de "yo soy mejor que nadie"; es un trabajo de equipo, de aprovechar las sinergias de todos. No creo en los modelos productivos porque cuando el textil iba mal en España y Cataluña apostaba por dejarlo, surgió Amancio Ortega y creó un imperio. En Suecia o Noruega se apostó por el automóvil, y ahora que está hecho un desastre, un señor creó Ikea. Los modelos productivos ayudan, pero lo que valen son los liderazgos.

-¿Cree que la Axencia Galega de Innovación que la Xunta está a punto de crear será un buen instrumento?

-Prefiero no opinar.