Con la resaca aún de la polémica originada por los dos comunicados del Banco Central Europeo (BCE) alrededor del plan inicialmente previsto por el Gobierno para el rescate de Bankia, donde advertía su oposición a emplear fondos del Eurosistema, su presidente no ahorraba ayer críticas para la gestión del rescate de la entidad. "De la peor manera posible", sostiene Mario Draghi, una actuación común a todos los países.

"Lo que muestran los casos de Dexia (la entidad francobelga, hoy dividida en dos mitades para que cada estado asuma su parte de la salvación) y Bankia es que, cuando no enfrentamos con dramáticas necesidades de recapitalización -explica Draghi-, la reacción de los Gobiernos o de los supervisores nacionales es subestimar la importancia del problema, presentar una primera evaluación, después una segunda, una tercera, una cuarta". Al máximo responsable del BCE le incomodan las "varias revisiones" que el Ejecutivo español lanzó sobre las necesidades del grupo BFA. "Ésa -insiste- es la peor manera posible de hacer las cosas porque al final todo el mundo acaba haciendo lo correcto, pero al coste más alto posible".

"Pido a todos los Gobiernos que tengan esto en mente. Es mejor equivocarse por poner demasiado al principio que equivocarse por poner demasiado poco. Es mejor equivocarse en la evaluación de las necesidades de capitalización de los bancos en la banda alta y excederse en transparencia que quedarse corto y descubrirlo dolorosamente", dijo el presidente del BCE en referencia al baile de cifras que el Gobierno y el supervisor financiero ofrecieron sobre las necesidades de capital de Bankia; de los más de 4.600 millones que tomó con la fusión a los 19.000 que necesitará ahora. El presidente del BCE abogó por una "unión bancaria" que, según Draghi, "aclararía el horizonte" y valdría como salvavidas para el euro y para el sistema financiero europeo. En esa línea, desde el corazón del BCE se reclaman "mecanismos creíbles" para reestructurar y recapitalizar a la banca.

"El futuro del euro se va a jugar en las próximas semanas en España e Italia". Así de rotundo se expresaba por su parte ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien definió a ambos países como los "eslabones más débiles" a nivel europeo, por lo que es necesario que sus respectivos gobiernos lancen mensajes de responsabilidad. El ministro también calificó de "sinsentido" publicar, como hizo ayer The wall street journal que el Fondo Monetario Internacional (FMI) esté preparando un plan para ayudar a España si no encuentra solución para rescatar a Bankia. Posteriormente, la directora general del organismo internacional, Christine Lagarde, también lo negó rotundamente, tras reunirse con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. "No ha habido ningún estudio del FMI de programa para España ni discusión sobre dicha posibilidad, de ninguna manera", afirmó Lagarde. La canciller alemana, Angela Merkel, pidió ayer confianza en España, porque "es un aliado en el camino hacia la consolidación fiscal dando simultáneamente impulsos al crecimiento". Previamente el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, la había telefoneado.

De Guindos reconoció que España vive en una situación de "encrucijada", con la prima de riesgo disparada y la Bolsa a la baja -ayer descendió un 0,01%-, pero mostró su convencimiento en que el país va a ser el "ejemplo fundamental" de cómo salir de este contexto de dificultad. "Si en España se hacen las cosas bien, se reducen las primas de riesgo y si vemos que los flujos de capitales vuelven a fluir con cierta normalidad, esa será la piedra de toque para que el proyecto europeo siga para adelante", aseguró el ministro durante su intervención en la Reunión del Círculo de Economía. El titular de Economía defendió que el euro es el principal elemento de integración económica, financiera y política de la UE y subrayó que, "por convicción europeísta e interés propio, todos deberíamos hacer un esfuerzo, porque nos jugamos mucho al respecto".

Según De Guindos, son dos los factores que están provocando el actual contexto de nerviosismo y de desconfianza hacia España. Uno es la situación de Grecia, que está a las puertas de celebrar unas nuevas elecciones legislativas de las que "no está claro" que vaya a salir un gobierno que pueda cumplir con las condiciones del segundo plan de rescate europeo. El otro es la desaceleración del conjunto de Europa.