La última reunión del periodo de consultas del expediente de regulación de empleo (ERE) que Megasa Siderúrgica planteó para eliminar 47 puestos de trabajo en la fábrica de Narón fue la definitiva. La empresa accedió a las demandas de los trabajadores, retiró los despidos y ofreció un máximo de 39 bajas voluntarias para los mayores de 56 años, que accederían así en la práctica a la jubilación anticipada. El principio de acuerdo llegó a medianoche de ayer, tras ocho horas de reunión, pero tiene condiciones.

Tanto los trabajadores como la propia empresa se reservaron el derecho de romper la paz y renunciar al pacto en un plazo máximo de 48 horas que la representación sindical, ejercida por el comité de empresa, utilizó para someter el preacuerdo a los trabajadores en asamblea, que respaldó la solución con un 95% de los votos. "Para nosotros fue una sorpresa, no es muy habitual que la parte empresarial se reserve ese derecho, pero así está recogido en el preacuerdo", explicó el presidente del comité, Carlos Bascoy, quien desconoce los motivos de la dirección para acogerse a esta salvedad.

La primera planta siderúrgica de Galicia, perteneciente a la cuarta fortuna gallega, según Forbes -la familia Freire- eliminará sin embargo un turno de producción, tanto en la sección de acería como en la de laminación. Los trabajadores de Megasa Siderúrgica modificarán sus condiciones laborales porque en lugar de rotar en turnos de mañana, tarde y noche sólo lo harán en el de mañana y noche, mientras que el de tarde -con la tarifa eléctrica más cara- será eliminado.

Bascoy mostró ayer su satisfacción por el acuerdo alcanzado in extremis, que permitirá evitar ajustes traumáticos. El máximo representante sindical explicó que la empresa llegó a la última reunión prevista en el periodo de consultas con la misma propuesta que había puesto sobre la mesa en los encuentros anteriores. Ofrecía indemnizar a los despedidos de menos de 55 años con 33 días de salario por año trabajado siempre que no superasen el equivalente a 18 meses de sueldo, y la adscripción voluntaria entre los mayores de 59. El objetivo era en todo caso eliminar un turno de producción, el supuestamente menos rentable para el grupo, y reducir los costes.

Los trabajadores, que desde un principio rechazaban cualquier despido, denunciaron el oscurantismo con el que actuaba la empresa por no facilitar -o hacerlo a medias- la información oficial que según la normativa, la firma debe ofrecer a los representantes de sus trabajadores para justificar sus decisiones. Y esta era otra, que los documentos que la empresa tenía en su poder no convencían al comité de empresa de la necesidad de semejante ajuste. "De estas dos posturas partimos y al final fuimos capaces de cerrar este preacuerdo", resumió Bascoy.

Megasa Siderúrgica impone, por su parte, primar la operatividad de la planta y por eso todavía está por ver qué puestos de trabajo se eliminan y en qué proporción dentro de los departamentos afectados. La empresa podrá además negarse a alguna de las bajas solicitadas si el puesto de la persona que lo solicita no puede quedar vacante por comprometer la operatividad.

La reducción de plantilla sin embargo no es la única pata del acuerdo definitivo que pretende sellar la paz social en la fábrica de Narón durante los próximos tres años. Dentro del pacto está previsto que las dos partes firmen la renovación del convenio colectivo, denunciado por los trabajadores en noviembre y caducado el mes pasado.

La asamblea de trabajadores respaldó la firma de un convenio a tres años que "mantiene el poder adquisitivo" a pesar de que no habrá incrementos durante los dos primeros pero prevé un alza equivalente al IPC en el tercero, y nunca por debajo del 1%. A cambio, los trabajadores mantienen sus salarios pese a que la eliminación de uno de los turnos permitiría reducirlos.

El acuerdo será definitivo si a medianoche del jueves ninguna de las partes se descolgó de él y supondrá reducir la producción de la factoría de Narón de las 500.000 toneladas de acero corrugado que fabricaron el año pasado a las 200.000 que los hermanos Freire pretenden producir al año a partir de ahora.

Los trabajadores alegaron durante las negociaciones que la fábrica era viable porque había dado salida a casi toda su producción del año pasado. Y eso a pesar de que su principal competidora en España, la catalana Celsa, partió con ventaja porque desde 2013 paga un 40% menos de electricidad al optar a mayores bonificaciones por interrumpibilidad -las primas que cobran los grandes consumidores industriales por reducir o cesar su consumo en caso de emergencia- que la planta de Narón. Los directivos de la factoría aseguraron a la plantilla sin embargo que la producción de parte del material vendido el año pasado no fue rentable.

La renovación del convenio será firmada en los próximos días entre las dos partes.