El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, lamentó ayer si "alguien" ha podido ofenderse por sus comentarios "malinterpretados" sobre los países del Sur de Europa, de los que dijo que habían gastado el dinero en "alcohol y mujeres", pero remarcó que no tiene intención de dimitir. "Lamento si alguien se ha ofendido por mi comentario. Era directo y puede ser explicado desde la estricta cultura calvinista holandesa, desde la franqueza holandesa", afirmó en un comunicado. "No tengo intención de dimitir", añadió.

El también ministro de Finanzas holandés sostuvo que la frase sobre alcohol y mujeres se refería a él mismo. "Dije que yo no podría esperar que si gasto mi dinero de una forma equivocada puedo pedir después apoyo financiero", argumentó. De la misma forma, Dijsselbloem remarcó de nuevo que en la entrevista subrayó la importancia de "la solidaridad y la reciprocidad" dentro del bloque comunitario, en el que "todos deben mantener los acuerdos", sobre todo "cuando en un punto necesitas asistencia financiera y cuando pides al resto apoyo financiero".

"El mensaje de la solidaridad va de la mano con mantener los acuerdos y ceñirse a las normas. Esto no sólo se aplica al Sur, se aplica a todos los países", destacó, para después añadir que para "fortalecer" la unión monetaria" es "importante" que todo el mundo "respete las normas y los compromisos". "Es un principio básico", enfatizó.

Las palabras del presidente del Eurogrupo provocaron una oleada de reacciones de eurodiputados españoles, políticos de varios países de la UE e incluso de altos cargos del Ejecutivo comunitario. Muchos de estos críticos con Dijsselbloem exigieron su dimisión tras unos comentarios que consideran "inaceptables".