La revolución tecnológica amenaza la hegemonía de la banca en el negocio de servicios financieros. Por varios flancos. Uno de ellos es el de las fintech, expresión que procede de unir las primeras letras de las palabras inglesas " financial" y " techology" y que comprende principalmente a empresas emergentes y de raudo crecimiento ( start-ups) que han entrado con éxito en mercados hasta ahora exclusivos de la banca, como la gestión de pagos y transferencias o los préstamos. La expansión de los teléfonos inteligentes y la predisposición de las nuevas generaciones a confiar en plataformas alternativas a las entidades tradicionales da alas a nuevos jugadores que, de hecho, sustituyen a los bancos como intermediarios para transferir dinero u obtenerlo prestado, y que también reemplazan a los asesores de inversiones por algoritmos matemáticos. Más rápido, más barato y más accesible. La posible duda sobre la seguridad, propia sobre todo de personas con más edad, podría remitir en España con una norma que está en elaboración y que, pide el sector, debería hallar un equilibrio entre una razonable porosidad a las ideas innovadoras y la protección de los consumidores.

¿Cómo está reaccionando la banca? Las nuevas tecnologías están en el centro de sus planes estratégicos. Con los márgenes de beneficio restringidos por los bajos tipos de interés y con limitaciones también severas para expandir el negocio (conceder más crédito) sin asumir riesgos vedados por el endurecimiento de las reglas en estos años, las entidades ven el cambio tecnológico como un riesgo, pero también como una oportunidad. Para recortar costes (menos oficinas y personal) y para llegar a alianzas con las fintech y aplicar sus soluciones, acelerando como ya hacen el desarrollo de sus servicios online. La cohabitación es posible, entre otras razones, porque las start-ups no tienen por ahora en España una dimensión que amenace severamente la hegemonía de los bancos.

En otro flanco el sector lo tiene más difícil si, como se vislumbra, los gigantes tecnológicos (Google, Apple, Amazon o Facebook) se adentran en el negocio de la intermediación financiera. Colosos de internet con muchos millones de fieles frente a los bancos, que tienen el crédito social desgastado por la reciente crisis y los abusos que dejó al aire.