La defensa de que las empresas gallegas deben ganar tamaño se apoya, entre otras razones, en la oportunidad de ganar músculo y capacidad, por tanto, para sumarse a la receta considerada fundamental para sobrevivir ante las cada vez mayores complicaciones del mercado: innovar. Sí o sí eso es lo que marcará, lo que está marcando ya, la supervivencia de las compañías. Y con un tejido productivo tan marcado por las firmas de reducido tamaño, la innovación sigue siendo una asignatura pendiente en la economía gallega. Está estancada.

Solo el 13,8% de las pequeñas y medianas empresas de la comunidad llevaron a cabo innovación interna en 2016, exactamente el mismo porcentaje de 2014, según los datos publicados ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Algo más, pero poco, incorporaron a su oferta algún producto nuevo o un proceso innovador o mejorado: el 18,5%. Al igual que en 2014. Y prácticamente la mitad de la media europea.

Las innovadoras en marketing o organización suben hasta el 26,6%, tres puntos más que dos años antes. El gasto en innovación alcanzó únicamente el 0,38% de la facturación de las pymes gallegas en 2016. En 2014 fue el 0,41% y en 2010, todavía en la crisis, el 0,44%.