La pensión media de jubilación de un gallego ronda, según las estadísticas publicadas por la Seguridad Social, los 901 euros al mes. Es la cantidad que resulta de dividir los 427 millones que desembolsa el sistema público entre casi medio millón de mayores (concretamente 473.961) que tienen derecho a prestación en la comunidad gallega. La cuenta simplifica una realidad desigual, marcada por el territorio y el grado de desarrollo del mercado laboral. La tradicional separación entre provincias atlánticas -A Coruña y Pontevedra- y las consideradas de interior -Ourense y Lugo, con matices en la costa cantábrica de A Mariña- se intensifica. Los jubilados gallegos del área atlántica cobran, de media, 189 euros más al mes que los de las otras dos provincias. La brecha se ha incrementado en 65 euros en la última década hasta llegar al 25%, cuatro puntos porcentuales más que en 2008.

Llegado el final de la vida laboral una cuarta parte de los ingresos de un trabajador gallego depende, en un sentido estadístico, de si se jubila o no con vistas al mar. Los 332.087 retirados que concentran A Coruña y Pontevedra perciben un promedio de 957,65 euros al mes del sistema público de pensiones. Los jubilados de Ourense y Lugo, se quedan en 768,59 euros. El peso mayoritario de la agricultura -caracterizada por cotizaciones más bajas y más inestables a lo largo de la vida laboral- en los concellos de interior frente al predominio del empleo industrial y de servicios en las áreas urbanas -que disfrutan de mejores infraestructuras y conexiones en el eje atlántico- explican en gran medida este fenómeno que, si bien no es nuevo en Galicia, se ha agravado en los últimos años.

El catedrático de Economía Aplicada de la Universidade da Coruña (UDC) Julio Sequeiros augura que en el futuro seguirá aumentando la diferencia entre los trabajadores de A Coruña y Pontevedra por un lado y los de Lugo y Ourense por otro, "de forma que la cotización en el interior va a seguir lastrada muchos años por el peso de la agricultura, a lo que se suma la mayor esperanza de vida en las zonas rurales". Ese desequilibrio del mercado laboral gallego se traduce en prestaciones desiguales en la vejez.

Este economista considera que el desajuste de esta Galicia de dos velocidades tiene "difícil solución". "Aquí hay una dinámica de la urbanización en la que se montan grandes ciudades y los alrededores quedan despoblados", explica Sequeiros, que matiza que se trata de un fenómeno global. "Estas diferencias territoriales se encuentran igualmente a nivel europeo, de Estado y de provincias, como Teruel o Soria por ejemplo. Son síntomas de todas las economías capitalistas. Es inevitable", sentencia el experto.

La progresiva pérdida de población de la Galicia interior se evidencia en el censo de pensionistas, que en diez años se redujo en 7.500 personas (-5%), hasta las 141.876, mientras que las provincias atlánticas ganaron en conjunto 46.311 jubilados (+16%).

Aunque los datos de la Seguridad Social están desglosados por provincias, tampoco ese nivel administrativo representa un territorio homogéneo. Dentro de Lugo, el área que concentra mayor riqueza económica es, una vez más, la que mira al mar, A Mariña, con grandes industrias como la aluminera Alcoa en San Cibrao o el dinámico puerto pesquero de Celeiro. Los sueldos de esta zona colocan a los pensionistas lucenses 43 euros -de media- por encima de los ourensanos. Si un jubilado lucense percibe 789,21 euros, uno ourensano no pasa de los 746,59 euros. Pero en ambos casos son pensiones medias paupérrimas comparadas con el conjunto del país. Ourense es la provincia con la pensión de jubilación más baja de toda España y Lugo, la segunda. Le siguen Cádiz (870 euros), Cáceres (871) Jaén (879), Córdoba (883) y Zamora (877). Las demás están por encima de los 900 euros. Incluso Badajoz las supera (906), pese a que Extremadura es la única comunidad autónoma con la pensión media más baja que Galicia (890 euros de media).

La media estatal está en 1.080 euros, una cantidad a la que no llegan ni A Coruña (956,15 euros) ni Pontevedra (959,50), ambas con niveles muy parecidos. En las antípodas de la Galicia interior está País Vasco. Los trabajadores vascos disfrutan de mejores condiciones salariales, que se traducen en la etapa final de la vida en las pensiones más elevadas de todo el país. Un jubilado medio de Bizkaia, la zona más industrializada, percibe 1.365 euros, 619 euros más (un 83%) que uno de Ourense -cerca del doble-.

"Las pensiones de hoy son un reflejo del mercado laboral del pasado, de hace 20 o 30 años", recuerda Julio Sequeiros. Este experto menciona factores múltiples como el trazado de la autopista AP-9, la pérdida de población en las zonas de interior y la concentración de la industria y el sector terciario en las principales ciudades, especialmente marítimas. La clave, a su juicio, está en la escasa productividad del sector primario. "Las cotizaciones agrarias desde los años 60 han tenido cuotas muy bajas, lo que hace que a mucha gente ahora apenas le queden 600 euros de pensión", explica este catedrático de Economía. A su juicio, la precariedad es inherente al trabajo del campo: "El sector industrial y de servicios tienden a concentrarse en el espacio y así se crean zonas industrializadas con nivel de vida alto y zonas rurales en peligro de despoblación con nivel de vida bajo; la agricultura -asegura- siempre será un sector con una rentabilidad muy baja". Tratar de mejorar las condiciones de vida de los campesinos, señala, ya era "una pretensión de la UE en sus inicios", aunque con escaso éxito porque es "muy difícil", lamenta.

A la precariedad agrícola se suma la baja cualificación del escaso empleo industrial de la Galicia interior. "La madera, la industria del mueble... son sectores con salarios bajos", concluye Sequeiros.

Ourense tiene solo 1,06 ocupados por cada pensionista, la tasa más baja entre las provincias de España, seguida de Lugo, con 1,24. La media de España está en dos trabajadores por cada pensión, una proporción a la que no llega Galicia -con 1,5 cotizantes- ni mucho menos Asturias, la comunidad autónoma con peor dato: 1,34. Baleares, en cambio, registra la posición más holgada, con 3,43 afiliados por cada prestación. Las provincias atlánticas superan la media gallega, pero se quedan por debajo de la española. En A Coruña trabajan 1,61 personas por cada ciudadano que recibe una pensión, mientras en Pontevedra son 1,66.