La posibilidad de recuperación de las dos factorías amenazadas (A Coruña y Avilés) implicaría la combinación de tres factores: modernización con inversión en las instalaciones de ánodos precocidos y adaptación de las series de electrólisis (las cubas que Alcoa quiere cerrar ya); un suministro eléctrico que combine simultáneamente la interrumpibilidad, los contratos a largo plazo y redes locales cerradas, así como un mix entre aluminio primario obtenido por electrolisis y de hornos de refusión alimentados con chatarra de aluminio.

Así lo pone de manifiesto el informe redactado por Syndex sobre la crisis de Alcoa. Los expertos sostienen que "el vínculo estratégico con un productor de piezas de aluminio parece una opción indispensable que maximiza las oportunidades de redistribución de la planta de Avilés" mientras que en A Coruña "sería necesario invertir en un horno de refusión con el objetivo de diversificar los suministros y los aleados vendidos". Alcoa, además, debe en primer lugar "aceptar vender Avilés en condiciones que fomenten la industria europea del aluminio y el empleo a semejanza de Rio Tinto, que organiza su retirada de Europa de manera socialmente responsable". La multinacional cifra en 350 millones de euros la suma que habría que invertir en cada planta para recuperar su competitividad. El informe sostiene que esta cifra está sobredimensionada y rebaja esa cifra a la mitad.

Especial énfasis hace el documento (de casi 300 páginas) en la dependencia de sendas factorías de las decisiones estratégicas de la multinacional. Tanto A Coruña como Avilés compran la principal materia prima (alúmina) y venden sus productos a la propia multinacional. "Como ocurre con el aprovisionamiento de alúmina, realizado por entidades controladas por el grupo a precios establecidos por Alúmina Española, las ventas de productos fabricadas por las plantas se llevan a cabo a través de la empresa de comercialización del grupo (Aluminio Español) sobre la base de precios de mercado, cuando en la realidad se trata de precios de transferencia. El resultado es un sistema mediante el cual A Coruña y Avilés compran al grupo y venden sus productos al grupo, un sistema que coloca a las dos plantas en una situación de total dependencia de las decisiones estratégicas de Alcoa, ya sea en términos de asignación de producción, de precio (gestión de las cuotas de mercados y relaciones contractuales con los clientes clave) y de fijación de precios de transferencia", recoge el informe. Conclusión: lo que compran y venden sendas factorías, está marcado directamente por el propio grupo.

Entre los argumentos que esgrime Alcoa, está el aumento del precio de la alúmina, que ella misma fabrica en San Cibrao. Este incremento, recoge el informe, se debe a dos causas fundamentales: las sanciones de Estados Unidos a Rusia y por la producción al 50% de AluNorte, en Brasil. "Para Alcoa San Cibrao, esta situación le da una oportunidad de colocar su alúmina fuera de los puntos de venta tradicionales y aplicar un precio que parece más alto que el del mercado. Esto pone de relieve una política de grupo que apunta a mejorar la actividad de alúmina en detrimento de la producción de aluminio y a extraer las ganancias de actividades consideradas como más dinámicas o que generan un mayor valor añadido".