Fichar en el trabajo será obligatorio desde el domingo para todas las empresas, grandes o pequeñas. Y a solo dos días de que esta medida entre en vigor las pymes gallegas son un mar de dudas. La mayoría de las compañías ni siquiera ha pactado con sus trabajadores el sistema que van a implantar. Sirve cualquiera. La ley es tremendamente ambigua en ese sentido y deja abierta la puerta a que pueda adoptarse cualquier tipo de sistema de control. Desde los métodos más modernos como los de huella digital a una simple hoja de papel. Los laboralistas auguran, además, que esta nueva normativa disparará las reclamaciones de horas extra por parte de los trabajadores porque llevan las de ganar.

El sistema. "Lo único que dice la norma es que la compañía debe llevar un registro diario de los horarios de trabajo de sus trabajadores", señala el responsable de los servicios jurídicos de la patronal, Ignacio García. Da igual el soporte, ya sea electrónico o por papel. "Lo que se apunta es que ese registro debe estar en el lugar de trabajo a disposición de la empresa, trabajadores, la Seguridad Social y la Inspección de Trabajo", advierte. Al final, los empresarios consideran que lo que acabará primando será la flexibilidad y que las compañías terminarán adoptando el sistema que mejor se adapte a sus condiciones de trabajo como, por ejemplo, explica García, que el trabajador envíe un email al final de la jornada explicando cuántas horas ha trabajado. Belén Fraga, experta laboralista, augura que lo que se acabará imponiendo, por su flexibilidad, es la hoja de papel para apuntar cuándo el empleado entra y cuándo sale.

Los acuerdos. Al final todo va a tener que basarse en un sistema de confianza entre ambas partes, empresario y trabajador. Alberto Novoa, portavoz de la Asociación Nacional de Laboralistas (Asnala), asegura que más que el mecanismo que se elija para controlar la jornada laboral lo más importante sería que las empresas pactaran de algún modo con sus trabajadores "un reglamento en el que se deje bien claro qué es tiempo de trabajo y cuál no, cuántas horas extra se pueden hacer, quién debe de autorizarlas?". Sin embargo, lamenta que muy pocas empresas están haciendo los deberes en ese sentido. Lo que dice la nueva ley es que la empresa tiene que llegar a un acuerdo con la representación de los trabajadores sobre qué sistema implantar, fundamentalmente para evitarse líos posteriores. Para empresas más pequeñas la norma permite que sea el propio empresario el que elija el sistema que mejor le convenga, aunque, señalan los expertos, lo ideal es contar con el visto bueno de la plantilla. Y es eso lo que está ocurriendo en la mayoría de los casos. Belén Fraga asegura que acuerdos con los comités está habiendo pocos y lo que está ocurriendo es que el empresario reúne a los representantes de la plantilla y "les explica el sistema a implantar".

Las formas de trabajar. Ocurre, cada vez con más frecuencia, que la mayoría de los trabajos son cada vez menos estáticos. Lo resume bien Ignacio García: "La vida es cada vez más dinámica y el control de la jornada está bien para empleos de oficina, pero en otros casos será más complicado". ¿Qué hacer entonces? García asegura que deberá primar una relación de confianza entre la empresa y el trabajador. Y pone como ejemplo el caso de un comercial que tiene que visitar a varios clientes durante su jornada. "Habrá que confiar en que está cumpliendo con las expectativas de su trabajo", señala. Y añade: "Hay muchos tipos de trabajo y también de ejecutarlo". Uno de los problemas que ven los empresarios es que todo esto va a generar una enorme cantidad de burocracia, suponiendo, además, un plus de trabajo administrativo para el propio empresario, especialmente en aquellos que tienen compañías pequeñas y que no pueden delegar ese tipo de gestiones. "Todo esto va a suponer un cambio de mentalidad, porque la gente está acostumbrada a pasar más horas de la cuenta en el trabajo", comenta sobre esta cuestión Belén Fraga.

Pleitos. Los abogados laboralistas auguran que a partir ahora va a haber un vuelco en los juicios sobre las horas extra. Hasta ahora, señala Alberto Novoa, los trabajadores solían tener todas las de perder ya que los jueces obligaban a los empleados a justificar todas sus horas de trabajo para determinar cuáles habían hecho de más, lo que en muchos casos resultaba imposible. Ya no, ya que las horas tendrán que llevarse por el libro. Otro de los problemas legales que se pueden dar tiene que ver con el sistema que se elija para llevar a cabo esos controles. "Puede haber situaciones en las que sea invasivo", añade Novoa. Es el caso de los GPS, que muchas compañías están pensando en implantar a sus comerciales, por ejemplo. "Lo que puede ocurrir es que se choque con la ley de Protección de Datos, por lo que hay que tener cuidado de no solucionar un problema (el resolver el registro horario) para generar otro", explica. Por eso, insiste IgGarcía, sería importante implantar un sistema que sea lo más claro posible, tanto para el empresario como para el conjunto de los trabajadores.

Las sanciones. No llevar el registro de la jornada laboral al día puede suponer un importante contratiempo para las cuentas de la compañía ya que la Inspección de Trabajo contempla la sanción más grave para este tipo de casos. Económicamente, supone que las empresas incumplidoras puedan enfrentarse a multas que van de 3.126 a 6.250 euros. ¿Es esta la mejor forma de controlar la jornada laboral?", cuestiona García. A lo que responde: "Probablemente no, porque va a generar problemas".