Galicia ya no puede presumir de crecer por encima del conjunto del Estado. La economía autonómica sigue fuerte. Pero no se libra de la desaceleración europea, precisamente porque una parte importante del combustible que mueve a la comunidad viene del negocio exterior, que retrocedió casi un 10% durante el primer trimestre por el desplome de las ventas en los principales mercados comunitarios. Los datos divulgados el pasado jueves revelan que el Producto Interior Bruto (PIB) gallego engordó un 0,4% hasta marzo en comparación con sus niveles de diciembre, tres décimas menos que el avance nacional (0,7%); y la variación interanual fue del 2,3% (2,4% en todo el país), la más baja desde el inicio de la recuperación en 2014. A la caída exportadora se une en el caso de la Galicia algo que no sucedía también desde hace cuatro años: la industria cae y complica el objetivo de la Xunta de colocarla de nuevo en el 20% del PIB el próximo 2020.

La economía gallega se está alimentando sobre todo de la demanda interna, que aumentó un 3,3%. No se alcanzaba un incremento así desde 2007. Hay que irse igualmente hasta la etapa de bonanza para encontrar un alza tan fuerte del gasto de los hogares de la comunidad, un 3,4%. El gasto de las administraciones está más contenido, con una subida del 0,8%. Y la formación bruta de capital, que recoge la inversión de las empresas, sigue disparada y roza el 7%, según los datos publicados ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE).

Esta vez la demanda externa es un lastre para la contabilidad gallega. Se veía venir, como adelantó LA OPINIÓN a la vista del balance de exportaciones entre enero y marzo. El comercio de Galicia hacia otros países tuvo un muy mal arranque de año por la merma en el textil y la automoción, un 21,9% y un 7,1% menos, respectivamente; y los abultados números rojos en los flujos hacia Francia (12% de caída), Italia (21,9%) y Alemania (18,3%), entre otros destinos relevantes. Lo que habitualmente sumaba para impulsar el PIB, en este primer trimestre del año resta un punto al crecimiento.

Comercio, transporte y hostelería vuelven a liderar el empuje de la economía gallega. Dejan un alza trimestral del 2,8% y del 6,8% en términos interanuales. La inmensa mayoría del resto de sectores acompañan en positivo, con ascensos muy importantes sobre la actividad que movían a principios del año pasado tanto en construcción (5,5%) como en actividades profesionales (4,5%). La industria, sin embargo, ya es otro tema.

Mire por donde se mire, son malos datos. El sector en su totalidad arroja un descenso trimestral del 2,8% y una caída interanual del 3,1%. La rama manufacturera no es una excepción: recortes del 1% sobre el cierre de 2018 y del 1,7% en el último año. Son "algunas preocupaciones" dentro de la "buena noticia" del crecimiento, en palabras del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que presenta el comportamiento de la industria gallega como "un toque de atención" relacionado con un factor "coyuntural" „en referencia a la bajada de la producción eléctrica„ y por la caída de "un 21% en metalurgia y fabricación de productos de hierro y acero".

Electrointensivas

Ahí estarían, según Feijóo, las crisis de Alcoa, Ferroatlántica o el compás de espera del astillero público Navantia. "Es un juego muy peligroso „aseguró„. Si descuidamos la industria electrointensiva, el naval del sector público... esto tiene un impacto directo en el PIB". En los primeros tres meses del año, Galicia creó 5.262 empleos. Pero los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo bajan: en 1.297, un 0,9%. De nuevo hay que ir hasta 2014 para encontrar un descenso en la ocupación en Galicia. En la comparativa anual, hay un 0,9% más (8.703).