Que el astillero vigués Hijos de J. Barreras haya coqueteado con la quiebra no se ha debido únicamente a un agujero patrimonial sobrevenido. Que existe, sí, y hay un grave problema financiero, pero en esta verbena han bailado muchos más factores, que juntos han convertido al mayor astillero privado de España en un marasmo. El escollo económico, con un principio de solución anunciado el pasado 27 de diciembre „cuando arreciaban los nervios ante la falta de movimientos„, se ha encauzado de mano de los "considerables progresos" suscritos entre la armadora Cruise Yacht Upper Holdco (que explota la marca comercial The Ritz-Carlton Yacht Collection), las entidades financieras y el organismo semipúblico Cesce. Pero hay muchos aspectos a solventar que trascienden a la construcción del crucero de ultralujo Evrima, sobre el que se ha pivotado esta negociación. Y poco tiempo para hacerlo si se aspira a alcanzar esa "solución integral" „pacto accionarial, con las auxiliares, cartera de pedidos, garantía de continuidad a largo plazo„ que reivindica la Xunta. El 2 de febrero Barreras pierde el escudo protector del preconcurso, instado hace ya tres meses, y no se esperan gestiones de calado hasta después de Reyes.

Las auxiliares exigen un acuerdo económico conjunto y garantías de cobro, mientras que Ritz ha alargado la validez del contrato del segundo barco, que no está en vigor.