Los ocho programas PIVE (Plan de Incentivos para Vehículos Eficientes) aprobados entre 2012 y 2015 supusieron un coste superior a los 1.000 millones de euros para las arcas públicas y permitieron la renovación -con achatarramiento- de más de un millón de vehículos en España. La pandemia ha complicado tanto el escenario que los incentivos a la compra de coches, por sí solos, serán insuficientes para salvaguardar una industria que representa el 10% del producto interior bruto (PIB) del país. Por eso el Gobierno español, en línea con lo que han aprobado ya en Francia y Alemania, presentará hoy un plan multidisciplinar con el que prevé movilizar 3.750 millones de euros para el sector de automoción. La resurrección del PIVE (será bautizado con otro nombre) será una de las patas: incluirá, como reclamaban fabricantes y distribuidores, cheques para la compra de coches de combustión (diésel y gasolina), hasta un límite de emisiones de 120 gramos por kilómetro. Medidas fiscales, de apoyo al I+D y a la formación profesional completan las áreas de acción de esta partida multimillonaria.

Según el borrador del documento, las ayudas se desplegarán ya en el mes de junio. Para el caso del programa Renove, la dotación presupuestaria alcanzará los 250 millones de euros. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, eludió avanzar ayer el importe de los incentivos, si bien fuentes del sector apuntaron que rondarán los 1.000 euros, y que la industria aportará la misma cuantía. Esto es, el ahorro por turismo será de unos 2.000 euros de media, aunque colectivos como familias vulnerables y trabajadores autónomos tendrán una consideración especial. Las nuevas ayudas también dependerán de la edad del coche que se va a achatarrar, que como mínimo deberá tener diez años de antigüedad. No faltarán candidatos: según la Dirección General de Tráfico, más del 60% del parque móvil de Galicia supera esa edad, y uno de cada cuatro turismos tiene más de veinte años.