Como se esperaba, el Banco Central Europeo (BCE) mantuvo ayer sin cambios las medidas extraordinarias con las que trata de combatir los efectos económicos del coronavirus. Su consejo de gobierno, sin embargo, alertó todavía más las expectativas de que las aumentará en su próxima reunión, prevista para diciembre. Entonces, adelantó, "ajustará sus instrumentos, según proceda, para responder al curso de la situación y asegurar que las condiciones de financiación continúen siendo favorables a fin de apoyar la recuperación económica".

La situación ha empeorado de forma dramática desde el último encuentro del máximo órgano de gobierno de la institución el pasado septiembre. Entonces, la autoridad monetaria constató un "fuerte repunte" de la actividad en el tercer trimestre. Pero ahora el BCE ha comprobado que la recuperación económica "está perdiendo impulso más rápido de lo previsto" por el resurgir de la pandemia y las consiguientes medidas de contención de los Gobiernos, lo que ha producido un "claro deterioro" de las previsiones económicas a corto plazo, según su presidenta, Christine Lagarde.

La alta funcionaria francesa ha dado por seguro que el crecimiento del cuarto trimestre frente al tercero será inferior al 3,1% previsto hace meses por el Banco Central Europeo e incluso no ha descartado que sea negativo. Si el consejo de gobierno no ha tomado nuevas medidas todavía es porque quiere esperar a las nuevas proyecciones económicas sobre los próximos años que le presentarán sus expertos en diciembre, así como a la evolución de la pandemia, las "perspectivas sobre el despliegue de vacunas" y la evolución del tipo de cambio (por su impacto en las exportaciones), además de otros factores como el resultado de las negociación del Brexit y de las elecciones a la presidencia de Estados Unidos.

Lagarde se esforzó por subrayar que hay un "acuerdo total" en el consejo de gobierno en que "es necesario actuar", algo que es "bastante único" que suceda. Ha tratado así de alejar el fantasma de antiguas discrepancias entre sus miembros sobre la adopción de medidas, si bien ha recordado que en el momento de decidir no hará falta unanimidad, sino que valdrá con un "consenso amplio".

En cualquier caso, evitó dar pistas sobre qué iniciativas podría tomar: lo que va a hacer el BCE, ha precisado, es analizar todos sus instrumentos (tipos de interés, distintos programas de compra de deuda, e inyecciones de liquidez barata a la banca) para determinar si es necesario aumentar su cuantía, ampliarlos en el tiempo o suavizar sus condiciones.

Hasta entonces, añadió la presidenta del BCE, el banco central volverá a aplicar con "flexibilidad" el programa de compras de emergencia de deuda por la pandemia (dotado con 1,35 billones de euros hasta finales de junio de 2021) si vuelve a ser necesario para centrar las compras en la deuda de los países más afectados por la enfermedad, como es el caso de España, y contener así sus primas de riesgo. Al banco central, ha asegurado, no se le está acabando la munición para combatir la crisis.

"El BCE estuvo ahí en la primera ola y el BCE volverá a estar ahí en la segunda ola", proclamó Lagarde para evitar repetir el error de comunicación en que incurrió el pasado marzo y que provocó un súbito encarecimiento de la deuda de los Estados más afectados.