El declive del sector industrial deja un reguero de destrucción de puestos de trabajo en la comarca de A Coruña, cada vez más sometida al sector servicios. En los últimos ocho años, el empleo industrial —que tradicionalmente ha gozado de más estabilidad y mejores salarios— ha caído un 7% en la ciudad y su área de influencia, lo que se traduce en la pérdida de 1.106 puestos de trabajo. Según los últimos datos territorializados del Instituto Galego de Estadística (IGE), en septiembre la industria ocupaba a 15.127 coruñeses en la comarca, mientras que en el mismo mes de 2012 (última fecha disponible en el IGE) eran 16.233. Los sindicatos denuncian que A Coruña se está convirtiendo en un “desierto industrial” y llaman a aprovechar la “oportunidad de oro” de los fondos europeos de recuperación para frenar la sangría.

La trayectoria descendente del empleo industrial contrasta con la recuperación del mercado de trabajo en su conjunto. A pesar del golpe del COVID, desde el otoño de 2012 hasta hoy las afiliaciones en la comarca coruñesa crecieron un 6,8% hasta alcanzar los 154.836 trabajadores en activo (casi 10.000 más). La industria tiene cada vez menos peso. Si ocho años atrás sostenía el 11,2% del empleo, ahora solo supone el 9,8%. En cambio, el sector servicios —más sujeto a a precariedad— es la principal palanca del mercado laboral que conforman A Coruña, Abegondo, Bergondo, Cambre, Arteixo, Carral, Culleredo, Oleiros y Sada. Esta actividad concentra el 82,5% del empleo, con 127.764 afiliados. Hace ocho años, su peso era del 80,5%.

A Coruña, ciudad de servicios: de cada 100 trabajadores 86 se dedican actividades terciarias y solo 8 a la industria. La dependencia del sector terciario se agudiza si se restringe el análisis a municipio de A Coruña. En la ciudad solo ocho de cada cien trabajadores se dedican a tareas industriales (7.117 afiliados), mientras que los servicios dan de comer al 86% (76.912 personas). Esta abrumadora dominancia se ha ido reforzando en los últimos años. Los servicios (comercio, hostelería, transportes, finanzas...) han creado 4.678 puestos de trabajo más desde 2012 en el término municipal (+6,5%), mientras que la industria ha destruido 719 empleos (-9%). Entretanto, la construcción (con 4.662 trabajadores) y la agricultura y pesca (750 afiliados) se mantienen estables. En su conjunto, el mercado laboral de la ciudad recuperó unos 3.900 empleos (un 4,5% de crecimiento desde 2012) hasta alcanzar los 89.600.

Camino inverso en Galicia: el empleo industrial repuntó un 3%. El proceso de destrucción del tejido industrial que vive A Coruña no es extensible al conjunto de la comunidad autónoma. En Galicia hay casi 141.500 trabajadores dedicados a la industria, un 3% más que hace ocho años, lo que supone la creación de 3.879 puestos de trabajo en el sector. Según la foto fija de septiembre, el 14,3% de los gallegos trabaja en la industria. La resistencia del alimentario es clave, aunque los sindicatos que matizan que esta rama es la más precaria dentro del sector secundario. “El agroalimentario se salva de la crisis, pero no tiene las condiciones laborales del resto de la industria. En muchos casos incluso se aplica el salario mínimo a sus trabajadores”, señala el secretario xeral de UGT-FICA en Galicia, Javier Carreiro.

Protesta de la industria electrointensiva en A Coruña. | // VÍCTOR ECHAVE

Por provincias, desde 2012 perdieron empleo industrial A Coruña (-2%), Lugo (-2%)y Ourense (-6,7%). Solo Pontevedra registró un aumento, del 11,4%, con la creación de unos 6.300 nuevos empleos en el sector, tirando así del cómputo gallego al alza. La comarca de Vigo ganó 2.000 empleos industriales con una subida de 7,4%. La industria sostiene el 19% del empleo en el área de Vigo (el doble que en el área de A Coruña) y el 17% de los puestos de trabajo de la ciudad, donde los servicios tienen un peso del 77% —16 puntos menos que de lo que suponen en la urbe coruñesa—.

Emesa, el último cadáver. La liquidación de Elaborados Metálicos Emesa —precipitada esta semana por el rechazo de la banca acreedora a la oferta de compra de Estructuras Lago— supone un nuevo golpe para la industria coruñesa. Un ERE de extinción acabará este mes con los 75 empleos de la planta de Coirós, que corren la misma suerte que los 225 trabajadores de la pesquera Isidro 1952 (antigua Isidro de la Cal) en Cambre o los 66 de la planta de fabricación de componentes eléctricos de Isowat Made en A Grela. Las tres empresas entraron en concurso de acreedores ahogadas por las deudas y en ningún caso tuvieron éxito los intentos de buscar un inversor que lograse reflotarlas.

El cambio de modelo y la lluvia de millones de Europa. Parte de las amenazas al empleo industrial en A Coruña y su entorno tienen que ver con el cambio de modelo hacia una industria menos contaminante. La descarbonización de la economía se ha llevado por delante este año la central térmica de Naturgy en Meirama (Cerceda) y deja los días contados a la de Endesa en As Pontes, la de mayor potencia de España. De ella dependen directamente 750 familias, que mantienen la esperanza de que las pruebas con biocombustibles fructifiquen y permitan mantener una parte de la actividad después de acabar con el carbón.

Para paliar el impacto, Bruselas había previsto los fondos verdes, para los que A Coruña y otras siete provincias fueron reconocidas como beneficiarias. La crisis sobrevenida con el COVID-19 ha disparado la dotación de fondos de la UE para la recuperación económica (1,8 billones de euros), una lluvia de millones que será distribuida a golpe de proyecto. Los sindicatos gallegos piden aprovechar esta “oportunidad de oro” para frenar la sangría industrial.

La comarca de A Coruña ha destruido más de mil empleos industriales en los últimos ocho años

“La situación es de alarma total en el sector”


“Nos preocupa lo que está pasando. Ferroatlántica, Celsa, la Fábrica de Armas, Alu Ibérica con un futuro incierto… Estamos entrando en un desierto industrial”, advierte el secretario xeral de UGT-FICA en Galicia, Javier Carreiro, quien reclama que “La Administración tiene que mirar por el futuro” del sector. A la crisis de las fábricas de A Coruña, añade la situación crítica de otras plantas en la comunidad como Alcoa en San Cibrao y Vulcano en Vigo. “La situación es de alarma total en el sector industrial en Galicia”, concluye aboga por un papel más activo de los gobiernos para salvaguardar actividades esenciales como la producción de aluminio (con la última fábrica de España el activo, en A Mariña, amenazada de cierre). “En el resto de países de Europa, está entrando el Estado en el capital de las empresas”, afirma, por lo que llama a seguir este modelo y satisfacer así las demandas de intervención pública de plantas como la de Alcoa o la de Alu Ibérica. En este sentido, recuerda que la SEPI (Sociedad Española de Participaciones Industriales) trató de negociar la compra de San Cibrao con Alcoa pero la multinacional americana se negó. Carreiro sostiene que no se puede “vivir solo del turismo” y que es vital para España aprovechar la oportunidad de reindustrialización que brindan los fondos europeos. “Es una oportunidad de oro, nunca tuvimos tantos fondos al alcance. Si no la aprovechamos, desapareceremos”, afirma, convencido de que “el momento de poner los cimientos para el futuro industrial es este”. Por ello, el líder de UGT- Galicia señala que el sindicato vigilará la ejecución para “que no pase como con el Plan E, que se gastó todo en carteles”.

La comarca de A Coruña ha destruido más de mil empleos industriales en los últimos ocho años

“La pandemia está acelerando la desindustrialización”


El secretario xeral de la Federación de Industria de Comisiones Obreras en A Coruña, Arturo Julián, lamenta que la crisis del COVID “está empeorando la situación” ya delicada del sector secundario coruñés. “La pandemia está provocando que el proceso de desindustrialización se produzca mucho más rápido. Con la falta de actividad que sufren muchos sectores, la industria se lleva la peor parte. Está soportando uno de los golpes más duros”, considera.

En este sentido, lamenta que este año hayan firmado su defunción empresas emblemáticas como la pesquera Isidro 1952 (antigua Isidro de la Cal) y la metalúrgica Emesa, ambas en proceso de liquidación. “Es un varapalo para la comarca, otro golpe más”, señala y recuerda que estos casos se unen a otros cierres recientes como el de Isowat Made y conflictos laborales enquistados, como “la agonía de Alcoa”.

“El COVID nos recordó que necesitamos una industria fuerte y sin embargo nos la estamos cargando. Si pretendemos vivir del turismo y de la hostelería, lo vamos a tener complicado”, advierte Julián, quien asegura que desde CCOO están “cansados de solicitar a la Administración altura de miras para que implemente medidas para reindustrializar la zona” de A Coruña. En ese sentido, apela a la necesidad de un uso eficiente y estratégico de los fondos europeos de reconstrucción para que “realmente reviertan en la generación de empleo y que empiecen a hacerlo ya a través de formación”.

La comarca de A Coruña ha destruido más de mil empleos industriales en los últimos ocho años

“A Coruña está abocada al desierto industrial”


“Están llevando a la comarca de A Coruña a ser una únicamente una comarca de servicios”, reflexiona el secretario comarcal de Industria de la CIG, Eduardo Caamaño, quien recuerda que el proceso de desgaste que el tejido fabril coruñés ha sufrido en los últimos años tiene un solo destino: “A Coruña está abocada al desierto industrial”, concluye. La CIG culpa al Gobierno gallego de no proteger suficientemente la industria de A Coruña y su área de influencia. En el cierre más reciente, el de Emesa, lamenta que a Xunta haya “mirado para otro lado” en lugar de propiciar un acuerdo de venta para salvar la producción y una parte del empleo en Coirós. “Ahora Betanzos queda sin industria ninguna”, lamenta Caamaño. El responsable de Industria de la central sindical nacionalista en la comarca coruñesa coincide en que la situación del sector “está empeorando con la crisis del COVID” y en la necesidad de sacar partido a la lluvia de millones anunciada por Europa para frenar una sangría industrial que se traduce en la precarización de las condiciones de trabajo del mercado laboral coruñés. Dentro del sector servicios, también peligran puestos de trabajo. Ayer mismo, la CIG se movilizó en A Coruña para expresar su rechazo al nuevo ERE (expediente de regulación de empleo) del Banco Santander, que supondrá la destrucción de 370 empleos en Galicia (172 en A Coruña, 101 en Pontevedra, 52 en Lugo y 45 en Ourense) y el cierre de 79 oficinas. “Hay trabajo de sobra en el banco, no podemos seguir cerrando oficinas, falta una adecuada gestión de los recursos”, sostiene la CIG.