Tras un 2020 marcado por la crisis de la COVID, la banca catalana afronta con importantes cambios el nuevo año, en que CaixaBank materializará su fusión con Bankia, creando el mayor banco del país, y el Sabadell, tras romper negociaciones con BBVA, seguirá su andadura en solitario bajo una nueva dirección.

La banca española comenzó 2020 con buenas perspectivas y con el foco puesto en cuestiones como la mejora de la eficiencia o la digitalización, hasta que en marzo estalló la pandemia y, con ella, arreciaron las presiones sobre el sector para avanzar hacia la consolidación. Buena nota de ello tomó CaixaBank, que no dudó en dar un paso al frente para protagonizar la operación financiera del año: la fusión por absorción de Bankia.

La tercera y la quinta entidad bancaria española se integrarán para crear el primer banco del país, con un volumen de activos de más de 600.000 millones de euros, unas 6.000 sucursales y cerca de 47.000 trabajadores. La integración, la número 85 en la historia de CaixaBank, cuenta con el beneplácito de los accionistas de ambas entidades y está a la espera de obtener las preceptivas autorizaciones de los organismos nacionales y europeos, lo que previsiblemente tendrá lugar en el primer trimestre de 2021.

La nueva CaixaBank, que mantendrá su sede en Valencia, estará presidida por José Ignacio Goirigolzarri, actual presidente de Bankia, mientras que Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, mantendrá este cargo.

El todavía presidente de CaixaBank, Jordi Gual, abandonará la entidad, a la que llegó hace cuatro años y medio, convencido de que Bankia es el mejor socio posible y de que la operación, uno de los grandes hitos en la historia del banco, dará lugar a una entidad más sólida, eficiente y rentable.

El Banco Sabadell ha recibido peticiones de adhesión voluntaria a su plan de ajuste laboral por encima de las 1.800 plazas ofertadas, una vez finalizado el plazo para apuntarse al plan de salidas propuesto por el banco, según señalaron fuentes sindicales.