El contrato fijo discontinuo es la fórmula estrella de la reforma laboral para reconducir la elevadísima temporalidad —la más alta de la UE— que arrastra la economía española desde hace décadas. El bum de esta figura no tiene precedentes, y es que desde principios de año los empresarios han firmado 1,3 millones de nuevos fijos discontinuos, el 847% más que en el mismo periodo del año anterior. Las condiciones de este contrato confieren mayor estabilidad y garantías a los trabajadores, aunque no al nivel que un contrato indefinido ordinario. Por el lado de las compañías, es menos flexible que el temporal, pero más que el fijo a tiempo completo. Es en esa línea intermedia donde la Inspección de Trabajo está dirigiendo parte de sus esfuerzos para garantizar que el uso se ajusta a la ley y evitar que el fijo discontinuo se convierta en un cajón de sastre de la precariedad que hasta ahora eran los contratos temporales. La reforma laboral entró en vigor en enero y desde entonces y hasta agosto la Inspección ha detectado 26.347 fijos discontinuos en situación de fraude de ley, según datos facilitados por el Ministerio a El Periódico, diario del grupo Prensa Ibérica al que pertenece LA OPINIÓN. Contratos que posteriormente la policía laboral ha convertido en relaciones indefinidas a tiempo completo.

Dichas irregularidades detectadas por los inspectores empañan parte de la proliferación de esta fórmula contractual, ya que desde los sindicatos no tienen constancia de un fraude masivo, aunque sí puntual. “Estamos haciendo un seguimiento, ha subido mucho y creemos que hay casos que tendrían que ser indefinidos”, afirma la secretaria de política sindical de UGT de Cataluña, Núria Gilgado.

Esos 26.347 falsos fijos discontinuos son un primer balance en un operativo más amplio contra la temporalidad. En total, durante los ocho primeros meses del año la policía laboral ha cazado 98.705 trabajadores que eran temporales y debieran estar como indefinidos.