Cincuenta años sin el mítico Seat 600, el coche que marcó la historia de España

Se llegaron a fabricar 800.000 unidades de ‘el ombligo’, llamado así porque todo el mundo tenía uno

Una imagen que se popularizó en los años sesenta del siglo pasado en España: una familia se traslada en su Seat 600 para pasar una jornada en el campo   | // LOC

Una imagen que se popularizó en los años sesenta del siglo pasado en España: una familia se traslada en su Seat 600 para pasar una jornada en el campo | // LOC / Ana Ochoa

Ana Ochoa

Esta semana que acaba, el 3 de agosto, se cumplieron 50 años de la fabricación del último Seat 600, el coche que marcó la historia de España y que llevó a las clases medias de vacaciones, convirtiéndose en uno de los pilares del desarrollismo económico de los años 60.

Conocido como el pelotilla, por su forma redondeada, o el ombligo, porque todo el mundo tenía uno, este utilitario fue tan popular que llegó a tener hasta una canción. “Adelante hombre del seiscientos, la carretera nacional es tuya”, decía el estribillo de una canción de Moncho Alpuente, una oda al “caballo de metal”, como describía al 600, a los domingueros, a los fines de semana y a las primeras caravanas.

El responsable de Seat Históricos, Isidre López, cree que el 600 es el coche más “mítico” de la historia de Seat y probablemente de todo el país, porque es el que contribuyó a la “movilidad masiva” de muchas familias que con él pudieron viajar en verano al pueblo o a la playa, con el automóvil lleno de niños y la baca a rebosar de maletas.

“El Seat 600 ha marcado la historia de España, fue un símbolo del desarrollismo y fue clave para entender cómo evolucionó la sociedad española. Creó la cultura del fin de semana y facilitó que mucha gente viera el mar por primera vez y que los emigrantes volviesen al pueblo de vacaciones”, explica López.

También contribuyó a crear las tan temidas caravanas de los domingos, pero, sobre todo, “el 600 ayudó a mejorar la calidad de vida de la gente, aportando un plus de movilidad, lo que permitió también acceder a trabajos que estaban más lejos del domicilio, en un momento en el que los transportes públicos eran bastante precarios”.

Por ello, se fabricó un coche “capaz de movilizar a un país sobre ruedas”. Un utilitario hecho para llevar a cuatro personas homologadas, “aunque a veces el número de ocupantes doblaba lo permitido”, con una velocidad punta de 100 kilómetros por hora, que gastara poco combustible y que fuera muy económico. “Fue un invento que ayudó a que las cosas fueran mejores y a aumentar las aspiraciones de la sociedad”, asegura López.

Cuando en 1957 el primer Seat salió de la fábrica de Martorell (Barcelona) costaba unas 65.000 pesetas, unos 390 euros, lo que representaba el salario de tres años y medio. Para el ciudadano de entonces, un coche caro. Sin embargo, rápidamente el precio se hizo más asequible debido a que la sociedad aumentó su poder adquisitivo, y en los años 60 la demanda era tal que había listas de espera de dos años para conseguir el vehículo. “Incluso algunos no podían ni elegir el color y tenían que esperar hasta el día de la entrega para ver cuál les había tocado”.

Una parte importante del éxito del coche vino dado por la llegada de las compras a plazos, las famosas “letras” de la época, que facilitaron que en 1971 el 25% de los coches que circulaban por las carreteras españolas fueran Seat 600.

Según Isidre López, al coche se le bautizó teniendo en cuenta la relación que había entre la cilindrada del motor, 633 centímetros cúbicos, y el peso del vehículo, unos 575 kilos. La media de estas medidas era «más o menos 600».

En aquella época, cada país tenía su coche emblemático, el protagonista de la movilidad masiva. “En Inglaterra fue el Mini; en Francia, el Citroën dos caballos; en Alemania, el Escarabajo, y aquí el 600”, señala López.

Durante los 16 años en los que se fabricó el 600 se produjeron unas 800.000 unidades, “un hito para la época”, y prácticamente casi todas se vendieron en España. Sin embargo, el responsable de coches históricos de Seat recuerda la anécdota de que en los años 60 se realizó una exportación especial a Colombia en la que se intercambiaron coches por café de ese país. Y es que entonces Seat, que hoy pertenece al grupo Volkswagen, formaba parte del desaparecido Instituto Nacional de Industria (INI) y era una empresa nacional.

30.000 trabajadores

Con el devenir de los tiempos, el 600 acabó convirtiéndose en un coche obsoleto y con una tecnología antigua. Por eso, el 3 de agosto de 1973 el mítico utilitario dejó de fabricarse. En ese momento, la compañía automovilística tenía más de 30.000 trabajadores y ya era la primera empresa de Cataluña —puesto que mantiene ahora, aunque tenga algo más de 14.000 empleados—, debido a que entonces prácticamente todos los componentes, menos los neumáticos y las bombillas, se fabricaban en la factoría de Martorell.

Hoy en día todavía quedan unas 10.000 unidades del 600 circulando y son más de cien los clubes dedicados a este coche que cada fin de semana organizan salidas, encuentros y excursiones. Pese a su antigüedad no es un coche difícil de mantener, ya que su mecánica es sencilla y su precio, en buenas condiciones, puede estar sobre los 10.000 euros.

López recuerda que cuando las familias hacían viajes largos, a menudo tenían que parar porque el coche se calentaba, y es que se utilizaba agua del grifo cuya cal acababa obstruyendo el radiador y mermaba su funcionamiento en un 40 o 50%.

En la sede de Seat se guarda como un auténtico tesoro el penúltimo ejemplar que salió de la cadena de producción, después de que un despiste comercial hizo que se vendiera el último coche que se fabricó.

Entre las reliquias que se guardan en Seat figura una película antigua de toda la línea de montaje de este último 600 en el que se puede ver a los empleados con un cartel que reza: “Naciste príncipe y mueres rey”.