La Xunta exige a Reganosa y EDP un análisis a fondo del impacto en el agua de su planta de hidrógeno

La administración concede la declaración ambiental favorable a la planta de As Pontes y a la fábrica de neumáticos de Sentury

julio pérez

La primera gran planta de hidrógeno verde de Galicia da un salto de gigante con la declaración impacto ambiental favorable de la Vicepresidencia Segunda y Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda. H2Pole, el proyecto impulsado por Reganosa y EDP, prevé levantar en la localidad coruñesa de As Pontes una factoría de hasta 100 megavatios (MW) de potencia de forma escalonada. En una primera fase operará con 20 MW, sumará 30 MW en la segunda y la tercera incorporará otros 50 MW con una inversión estimada de 156 millones de euros, de los que 24 millones vendrán del Perte de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento del Ministerio para la Transición Ecológica. Su cronograma estima el encendido durante la primera mitad de 2026.

El visto bueno de la Xunta, que ya había considerado a la central como proyecto industrial estratégico para reducir a la mitad los tiempos de tramitación, incluye también los 7,2 kilómetros de hidrogenoductos para inyectar el combustible el combustible a la red —incluido uno directo de suministro a la futura fábrica de neumáticos de Sentury en la zona, para la que también ayer el Diario Oficial de Galicia (DOG) publicó el permiso ambiental— y 4,9 kilómetros de líneas de alta tensión.

La electricidad renovable, en este caso a partir de parques eólicos, es uno de los principales alimentos para la elaboración del hidrógeno verde. Necesitará en condiciones de operación normal 880 gigavatios hora (GWh), el equivalente casi al consumo de todo el comercio de Galicia. Con ella se separa el hidrógeno del oxígeno en las moléculas de agua durante el proceso denominado electrólisis. Así que el agua es también fundamental. Cuando se complete la segunda fase y se instale toda la potencia prevista, entre la electrólisis, la reposición del sistema para refrigeración y los usos habituales sanitarios y de consumo de cualquier fábrica, la demanda ascenderá a 50.000 litros por hora con el punto de toma en el lago de As Pontes.

Ahí se centran buena parte de los condicionantes que la consellería impone al proyecto en su aval medioambiental. En relación a la afección a la red hidrológica y la calidad de las aguas, la administración autonómica considera necesaria “una revisión de la identificación, descripción, análisis y cuantificación de los posibles efectos significativos directos o indirectos, secundarios, acumulativos y sinérgicos” del proyectos sobre el agua y la interacción “con otros factores” durante las obras, los años de actividad y el posible momento de abandono. “Teniendo en cuenta —remarca la autorización— la existencia de otros proyectos en el mismo ámbito”. El de Sentury, sin ir más lejos.

Esa actualización del análisis tiene que incluir “un apartado específico para evaluar las repercusiones a largo plazo” sobre el estado de la masa de agua de la que se abastecerá. La Xunta pide “una gestión alternativa” de los efluentes procedentes de situaciones de emergencia que impliquen arrastre de hidrocarburos y los que viene, precisamente, del separador de hidrocarburos. Antes de la puesta en funcionamiento, la planta debe contar con un informe favorable de Augas de Galicia; y para garantizar el cumplimiento de las medidas correctoras y de reparación de las obras, será obligatorio depositar un aval que no está cuantificado todavía.

La propia Reganosa recuerda en un comunicado de valoración de la declaración ambiental positiva que la Dirección Xeral de Calidade Ambiental recabó la opinión de 16 administraciones, organismos y colectivos, “así como analizado varias alegaciones”. La promotora asegura que desde que empezó a trabajar en la iniciativa en 2019 “su ideación acumula ya más de 30.000 horas de desarrollo” con aportaciones de 95 empresas y organismos.

Un proyecto de I+D a futuro con todo el oxígeno previsto

Cuando la planta disponga de toda la potencia, los 100 MW, se generarán 16.000 toneladas al año de hidrógeno renovable “para la distribución a la industria local, para inyección a la red troncal de gas o bien para transporte por cisterna”. Pero el proceso también originará un máximo de 128.000 toneladas al año de oxígeno, el otro componente de las moléculas de agua. Por el momento, se lanzará a la atmósfera. “Sin embargo —recuerda el informe de impacto ambiental—, el proyecto contempla el desarrollo futuro y objeto de otros proyectos, de tecnologías para el uso de este oxígeno y de sus correspondientes programa de I+D asociados”. También la transformación del hidrógeno verde en amoníaco o metanol, licuefacción o el suministro de vehículos en una fase posterior.