Las mujeres baten récord en el empleo en Galicia y ya son casi tantas como los hombres

La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer organizada por Naciones Unidas en la ciudad china de Beijing entre el 4 y el 15 de septiembre de 1995 marcó un punto de inflexión en el tratamiento de la igualdad. Por primera vez se contó con la voz del colectivo, más allá de las delegaciones oficiales, dando protagonismo al movimiento feminista y a las organizaciones que llevaban años y años de lucha contra la discriminación. En esa misma cumbre nació la perspectiva de género con una visión transversal para el diseño y evaluación de las políticas públicas en doce ámbitos de “especial preocupación”, incluida la economía. “Aunque siguen trabajando en los sectores agrícola y pesquero, las mujeres han comenzado a participar cada vez más en las microempresas y empresas de pequeña y mediana escala y, en algunas regiones, han adquirido más preponderancia en el sector no estructurado, cada vez de mayor envergadura —apuntó el plan de acción— Debido, entre otras cosas, a una situación económica difícil y a la falta de poder de negociación proveniente de la desigualdad basada en el género, muchas se han visto obligadas a aceptar salarios bajos y condiciones de trabajo deficientes”.

En aquel momento había en Galicia unas 395.000 mujeres ocupadas y casi 600.000 hombres. Ellas eran mayoría, sin embargo, en el paro (106.600 frente a 91.600 desempleados) y en la situación de inactividad: 693.000, casi el doble que ellos, se quedaban al margen de la ocupación. ¿La causa? Jubilación, estudios y, sobre todo, las llamadas labores del hogar.

A pesar de las enormes diferencias, es una comunidad donde históricamente las mujeres han tenido tasas elevadas de actividad (trabajan o quieren hacerlo) y de empleo en comparación con otros territorios por el fuerte arraigo aquí de esos dos sectores que Naciones Unidas señaló como puerta de entrada al mercado laboral para muchas, el campo y el mar. En ambos ha ido perdiendo presencia a medida que el sector primario también se va empequeñeciendo. Lo que no impide que la ocupación de las mujeres en Galicia esté en estos momentos en niveles sin precedentes.

A diferencia del dato global de altas en la Seguridad Social, en su caso sí se superó la marca histórica de los momentos previos al estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008. Las mujeres saltaron el umbral de las 500.000 afiliaciones en 2022, la media en 2023 alcanzó las 517.000 y en febrero eran 518.100, con un incremento acumulado del 36,6% en las dos últimas décadas, según los últimos datos del organismo recopilados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). En 2022 representaban el 40% de las afiliaciones. Ahora alcanzan el 49,2%, el mayor porcentaje de todo el país junto con Asturias, con un 49,2% también de mujeres entre las altas laborales.

“La distancia entre las cifras de empleo masculino y femenino se está reduciendo progresivamente y tiende cara la convergencia”, señala el Instituto Galego das Cualificacións en un análisis que acaba de publicar con la evolución de las mujeres en el mercado de trabajo a lo largo del pasado año. El peso de la afiliación femenina en la comunidad supera en casi dos puntos al dato del conjunto del Estado.

En el régimen general ya son mayoría: 50,6% de los 803.000 cotizantes. Nada que ver con el sistema especial agrario, un 28,8%. En el que están inscritas las empleadas de hogar rozan el 98%. No llegan al 40% entre los autónomos, aunque mantienen una cuota todavía muy relevante en el régimen por cuenta propia vinculado al campo: 53,1%. Lo mismo que entre los autónomos del régimen del mar —son el 40% dada la relevancia del oficio de las mariscadoras— y por cuenta ajena apenas sobrepasan el 10%.

“Cuando se elaboraron las primeras estadísticas laborales en los años 80 llamó ya la atención de la alta presencia de las mujeres en Galicia”, recuerda Maica Bouza, secretaria de Emprego de CC OO en la comunidad. “Por entonces se cotizaba mucho en el régimen agrario para garantizarse una prestación o porque el hombre de la explotación se iba a trabajar fuera y ellas se quedaban al frente”, detalla. Ahora “están las que trabajan, liderando incluso cooperativas de transformación”.

Detrás de la ventaja de las mujeres en el régimen general se esconde “la terciarización de la economía y la desaparición de la industria tradicional”, explica Bouza, “un sector ahora de síntesis, entremezclado con los servicios por las empresas de I+D, asesorías, consultoras...”. “Y en esos perfiles —continúa—, cada vez hay más mujeres”. “Aunque lentamente y no todos los meses por igual, el empleo femenino está expandiéndose en las ramas de actividad de alto valor”, indica.

“Las mujeres están consolidadas en el mercado de trabajo en los niveles educativos más altos, con una tendencia estable: el 55,6% de las personas activas con estudios superiores en 2023 son mujeres”, confirma también el estudio elaborado por el Instituto Galego das Cualificacións. En paralelo, en los niveles educativos más bajos su peso es inferior, el 38,1%, frente al 61,9% de los hombres. “Esta situación es el resultado del cambio en la estructura de la mano de obra femenina a un nivel cada vez más elevado de cualificación”, señala el organismo dependiente de la Consellería de Promoción do Emprego e Igualdade. El 55,5% de las mujeres activas en la comunidad tiene educación superior, por encima incluso de la media nacional (53,3%).

El volumen de empleo de mujeres en el sector servicios en Galicia es casi seis veces superior a la suma de trabajadoras en las otras tres grandes actividades: 464.500 ocupadas. En la industria son el 10%, el 4% en el primario y menos del 2% en la construcción, de lejos la actividad “más infrarrepresentada entre las mujeres” a pesar de un incremento del 25% en los puestos desempeñados por ellas.

Con la panorámica de los últimos cuatro años, coincidiendo con la profunda transformación del mercado laboral regional por la pandemia, la digitalización y la transición energética, destaca el ascenso de la ocupación femenina en educación (10.900 trabajadoras más que en 2019) y actividades profesionales, científicas y técnicas (6.800), que requieren “un nivel de cualificación medio alto”. Hay una clara tendencia entre los sectores de menor cualificación a la pérdida de ocupación femenina. El sector primario perdió 4.400 trabajadoras desde 2019 y 2.700 la hostelería.

“A pesar de los evidentes progresos obtenidos, continúan existiendo diferencias que resultan ser desfavorables para las mujeres”, señala Instituto Galego das Cualificacións. Empezando por “la fuerte segregación ocupacional”. En servicios personales, las mujeres concentran el 81,7% de la ocupación. En sanidad y servicios sociales son ocho de cada diez trabajadores; el 73% en la industria textil; el 68% en la educación; el 58% en la hostelería; y el 57,7% en actividades administrativas y servicios auxiliares. Su menor cuota está en la metalurgia y la fabricación de productos electrónicos, solo el 10%. En industrias extractivas alcanzan el 21,6%; el 22,5% en la industria de la madera y el papel; y el 23,5% en transporte y almacenamiento.

Junto al sesgo de género en los oficios, persiste “la mayor temporalidad en los contratos de trabajo o desequilibrios salariales”. Cerca del 42% de los contratos firmados por mujeres en 2023 en Galicia fueron a tiempo parcial. Eso tiene mucho que ver con que las mujeres cobren de media un 19% menos que los hombres en la comunidad.

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