El gemelo de Inditex que vigila el clima

El gigante textil usa una representación virtual del negocio para medir el posible impacto futuro de fenómenos extremos y, además de los físicos, admite que existe un riesgo reputacional si la industria no es sostenible

Centro tecnológico de Inditex
en su sede central.   | // INDITEX

Centro tecnológico de Inditex en su sede central. | // INDITEX / Julio Pérez

Julio Pérez

En una carta con un inusual y contundente tono de ultimátum, la cúpula de Inditex reclamó al consejero delegado de Better Cotton, Alan MaClay, los resultados de la investigación que la mayor certificadora de algodón sostenible encargó a una auditora externa para cotejar la retahíla de malas prácticas que la ONG Earthsight destapó en una investigación en varias explotaciones del estado de Bahía, en Brasil. Pasaron seis meses ya desde que salieron a la luz los casos de supuestas usurpaciones de tierras, deforestación ilegal e, incluso, actos violentos contra las comunidades locales. “La gravedad de los hechos denunciados por Earthsight representa para nuestra compañía una cuestión de extrema relevancia, puesto que supone una quiebra en la confianza que tanto nuestro grupo como sus proveedores de producto (quienes tienen la condición de clientes de las compañías de algodón, bien de forma directa o a través de otros comercializadores internacionales) hemos venido depositando en el procedimiento de certificación proporcionado por Better Cotton”, advierte Javier Losada, director de Sostenibilidad del gigante textil, en una misiva que abre la puerta a prescindir de su materia prima.

Better Cotton, que reúne a más de 2.500 miembros de todo el negocio —de agricultores, a entidades sociales, pasando por gobiernos y firmas del sector, incluida la propia Inditex—, coincide en que los hechos conocidos son “cuestiones altamente preocupantes” y se compromete a distribuir un resumen de los resultados de su auditoría entre todos los socios. Pocas horas después de conocerse la advertencia de Inditex, la organización emitió un comunicado de defensa de sus estándares de producción y anuncia la anulación de las licencias a las tres granjas brasileñas señaladas “si hay evidencias” de incumplimiento de sus criterios.

El caso levantó una enorme polvareda alrededor de la trazabilidad en la industria de la ropa en un momento de gran presión para reorientarla hacia la circularidad sin las trampas del greenwashing. La “sostenibilidad y la responsabilidad” es el cuarto pilar en el que Inditex apoya un modelo de negocio único, junto a la capacidad para ofrecer una propuesta de moda “construida a base de creatividad, innovación, emoción, calidad y, muy especialmente, de una permanente actitud de escucha de las necesidades y deseos de nuestros clientes”; la propia experiencia de compra, “cada vez más atractiva” con la combinación del espacio físico y el canal online; y el equipo, calificado de “extraordinario” por el grupo en el informe anual de 2023, donde se habla casi más de medio ambiente que de tendencias de mercado.

Inditex ya nota en sus costuras los efectos del cambio climático. En 2023 sufrió “nueve catástrofes naturales en nuestras tiendas por fenómenos meteorológicos extremos”, señala el holding presidido por Marta Ortega, “principalmente lluvia fuerte, nieve o granizo”. Seis establecimientos están en España, dos en Italia y uno en Corea del Sur. “A pesar de que han causado daño a nuestras tiendas e interrupción del ciclo normal de nuestras operaciones —añade—, han tenido impacto inmaterial en el grupo”.

Con una plantilla de más de 161.000 trabajadores —incluidos 2.200 changemakers o embajadores internos de sostenibilidad—, presencia en 200 mercados, 5.700 tiendas y centros de producción y logística en medio mundo, las consecuencias del cambio climático en su actividad pueden tener dimensiones colosales. “Nuestra gobernanza climática busca asegurar que los riesgos y oportunidades relacionados con el clima se abordan de manera adecuada para hacer frente a los desafíos que plantea el cambio climático”, detalla Inditex. Se sitúan al mismo nivel que las amenazas de carácter financiero, geopolítico, social o tecnológico, y, al igual que estas, las derivadas de la meteorología cuentan con “procesos sistemáticos de identificación, evaluación, registro y monitorización” constante para “asegurar la correcta continuidad de las operaciones”.

De hecho, hay otra Inditex que no se ve y que permite a sus directivos hacerse una idea de cómo evolucionará el negocio en función de la metamorfosis del clima. Usa un gemelo digital en el que cuantifica “los potenciales impactos” de cinco hipótesis posibles: que la temperatura global suba 2,5 grados, 3 o más de 4 en el año 2100 según el comportamiento de los gases de efecto invernadero y las políticas que se lleven a cabo, que aumenten 2 grados en 2070 o no se supere el tope de 1,5 grados en 2050 marcado por el Acuerdo de París, con el que Inditex está alineado.

Esos potenciales golpes financieros se miden a corto (0-5 años), medio (5-10 años) y largo plazo (más de 10 años). “El gemelo digital se actualiza periódicamente con información relativa a estimaciones financieras, instalaciones clave, cadena de valor (incluidas materias primas naturales, artificiales, sintéticas y la presencia geográfica de nuestra cadena de valor: orígenes de materias primas, fábricas, centros de distribución, centros de transporte, etc.), desglose geográfico del negocio y emisiones de gases de efecto invernadero”, explica en la memoria de 2023. Cada riesgo se analiza independientemente, “asumiendo que no hay dependencia ni compensaciones entre ellos”. Del examen salen “las potenciales pérdidas en los flujos de caja estimados” por variaciones en las ventas y los costes de materias primas, transporte, distribución e incidentes.

Para calibrar los riesgos físicos, Inditex considera siete fenómenos climatológicos: ola de calor, helada, estrés hídrico, inundación fluvial, inundación costera, tormenta extratropical y tormenta tropical. La elección se basa en la metodología de evaluación de riesgo climático elaborada por el Centre for Risk Studies de la Universidad de Cambrigde con la que la compañía colabora habitualmente. Se evalúan las amenazas una a una, usando un escenario base —el año 2000, con los datos meteorológicos históricos de los últimos 40 años— y un pronóstico de cambio a horizonte 2030, 2040 y 2050. Entre los riesgos ya existentes en el escenario base, la firma destaca el estrés hídrico de las cuencas donde se ubican las instalaciones propias o de terceros, España, sobre todo, porque aquí se concentran sus principales activos.

La otra batería de riesgos climáticos para Inditex son los llamados “de transición”. Cuatro, en concreto. Los de mercado, porque los países en los que opera pueden verse afectados de modos diferentes, “pero una de las principales es a través de cambios en la oferta y la demanda de ciertas materias primas que utilizamos en nuestros procesos operativos, así como los productos que vendemos a nuestros clientes”. Están también los riesgos regulatorios y legales por todas las medidas impulsadas desde las administraciones para minimizar la huella de carbono y el “aumento de las demandas relacionadas con el cambio climático”.

En los tecnológicos, “el grupo podría verse expuesto a la posibilidad de tener que efectuar inversiones significativas en las operaciones e infraestructuras para adaptarse al cambio climático”. Y un cuarto riesgo, como se vio en la carta a Better Cotton, el reputacional: “A medida que la sociedad acelera la transición hacia una economía baja en carbono y la opinión pública modifica su percepción, la contribución individual del grupo podría ser sometida a un escrutinio cada vez más intenso —asume—, especialmente si la transición del grupo o de nuestra industria hacia una economía baja en carbono no cumple con las expectativas de mercado”.

Un coste de 2.000 millones de euros para reducir emisiones

Inditex tiene desde este pasado año un nuevo Plan de Transición Climática con el foco puesto en la reducción de las emisiones a lo largo de la cadena de valor con la utilización de “mejores fuentes de energía”, la “optimización de la gestión energética” y la “promoción de la circularidad y el uso de materiales preferentes”. En la batería de medidas están, por ejemplo, la expansión de iniciativas como la plataforma de segunda mano Zara Pre-Owned a “mercados clave” y la reducción un 20% del consumo de agua en 2025; y para 2030, utilizar solo materias primas textiles de bajo impacto, la protección y restauración de 5 millones de hectáreas y la reducción de un 90% de los gases de efecto invernadero propios y, al menos, un 50% los de la cadena de valor. Este último objetivo, según detalla la compañía en su memoria de 2023, “requerirá unos recursos financieros de en torno a 2.000 millones de euros”, en términos de “coste de ventas, gastos operativos y, en menor medida, inversiones”. Sus plantas activas de generación fotovoltaica y el aerogenerador instalado en su sede central produjeron 7.049 megavatios hora (MWh) de electricidad el pasado año. Inditex recuerda que está pendiente de la solicitud de declaración de impacto del parque eólico que quiere levantar en el Puerto Exterior de A Coruña y tiene firmados dos contratos de compraventa a 10 y 12 años con otras dos instalaciones eólicas que suman 136 MW previstas para 2025.

Suscríbete para seguir leyendo