El diminuto resultado cosechado en los comicios del 20-D por NÓS-Candidatura Galega, por debajo del 5% que en las autonómicas gallegas abren la puerta al reparto de las sillas en O Hórreo, protagoniza un gran titular. Desde su desembarco en el año 1996, el Bloque, la cabeza visible de la coalición, nunca dejó de tener representación en el Congreso de los Diputados. Hasta ayer. "Es lo que sucede cuando crees que para cambiar un partido hay que cambiar el nombre o las caras", explica Enrique Varela.

Militantes de la formación frentista le comentaban en las últimas horas al profesor de Ciencia Política la injusticia de que no se reconozca la labor desempeñada por Olaia Fernández Davila. "Se automarginaron -añade Varela-. Los cambios tienen que ser más profundos, en cómo se toman las decisiones".

"El Bloque tiene que acometer la reflexión que en 20 años no hizo. Variar las estructuras, la gente de arriba", considera Fermín Bouza, que liga el futuro de la formación a entrar en las mareas. "Que se olviden de que son el partido único del nacionalismo, eso es ridículo", sostiene el sociólogo.

"Era visto", dice Miguel Anxo Bastos, que coinciden también en ver el futuro del Bloque dentro de las Mareas "lentamente, con acuerdos, aprovechando el poder que aún conservan en municipios y diputaciones".

"La posición afecta a la propia organización. La moderación en su discurso ideológico territorial le favoreció y al radicalizarlo otra vez no fue capaz de llegar a una parte de la población que es más moderada", asegura Cristina Ares, que, en todo caso, considera que en la lidia autonómica la formación podría mejorar el resultado.