Hace 20 años que LA OPINIÓN refleja cómo evoluciona día a día esta ciudad que, como todas, tiene sus particularidades y su carácter especial. Los que nacimos aquí sabemos bien que en su esencia está la idiosincrasia que tienen cada uno de los barrios que la conforman. En ellos hemos crecido formando esas pequeñas comunidades coruñesas a la que cada uno de nosotros pertenecemos y que tanto nos marcan. Barrios con su identidad propia y, al menos, con un club de fútbol en sus calles, otro indiscutible signo de pertenencia y también de rivalidad que nos motiva a entrenar para ser mejores. Ahí hemos forjado nuestro espíritu competitivo, pero también el de compañerismo, deportividad, superación y esfuerzo, miles de futbolistas que soñábamos con ser profesionales algún día. Yo he tenido la suerte de poder hacerlo realidad hasta capitanear al equipo que une sin fisuras a toda una ciudad por encima de cualquier otra consideración. Una fuerza y solidez del Deportivismo que debe ser ejemplo constante para construir el futuro de A Coruña.

Pertenezco a una generación que creció viendo y animando al mejor Deportivo de la historia, al que alcanzó, hace justo dos décadas, sueños que parecían imposibles para un equipo de una urbe como la nuestra, pequeña en extensión, pero siempre grande en ambición. Coincidiendo con una gran transformación urbana y social, el Dépor se convirtió en una muestra de lo que podemos ser capaces de alcanzar remando todos en la misma dirección por un objetivo común, respaldando un proyecto y trabajando en equipo, orgullosos de lo que somos y de lo que hacemos. Poniendo todo nuestro empeño podemos situarnos a la vanguardia nacional e internacional. Algo que en Dépor o el Liceo, junto con otros atletas a título individual, hemos demostrado en el deporte y que muchas empresas están haciendo hoy en día en sus respectivos sectores. Desde A Coruña hemos sido capaces, a casi todos los niveles, de alcanzar la excelencia desde este pequeño córner atlántico.

Una aficionada festeja el 4-0 que el Depor le metió al Milan en la Champions de 2004. L.A.

Por edad, la generación a la que pertenezco, la de esos futbolistas con los que competí en A Torre, A Grela, Elviña o la Leyma, hoy forman parte de las empresas e instituciones que convierten a la ciudad en lo que es hoy en día. Somos, junto a los que nos preceden y quienes vienen detrás, los encargados de liderar el desarrollo y los cambios que se tienen que producir en A Coruña en las próximas dos décadas. Y creo que el camino es el bueno porque, como cada año reiteran mis compañeros, llegados desde cualquier punto del mundo y con diferentes experiencias vitales, este es un lugar que invita a desarrollar en él un proyecto de vida.

Para que esto siga siendo así los próximos veinte años debemos seguir mirando al futuro con ese optimismo y orgullo tan coruñés, tan de barrio, pero sin olvidarnos de construir una ciudad habitable y sostenible, cada vez más solidaria, con menos desigualdades, que cuide de todos los vecinos que lo necesiten, de sus infraestructuras y de todos los tejidos sociales y económicos que la vertebran. Como no se cansa nunca de demostrar nuestra afición, que siempre está detrás cuando hay algún problema o mal momento, como ciudadanos también tenemos que seguir respaldando este proyecto colectivo de ciudad, formando parte de un equipo sólido que no deje a nadie atrás y que permita a las niñas y niños coruñeses ser lo que quieran, también futbolistas, desde A Coruña para el mundo. Y siempre con el Dépor como principal nexo de identidad y orgullo común.