'Vermin: La plaga': miedo a las arañas

El francés Sébastien Vanicek ha debutado en el largo con una película de monstruos magnífica. Todo está bien en 'Vermin: La plaga', que plantea una invasión arácnida en un edificio de la localidad francesa de Noisy-le-Grand. Vanicek, que también firma el guion con Florent Bernard, encuentra en su propuesta un equilibrio perfecto entre el terror, la acción (el último tramo es, en sí mismo, una película de acción tensa y espectacular) y el cine social.

Sin que resulte forzado, el cineasta retrata en su película, una película de terror, las sombras de la vida en los suburbios y plantea de forma rotunda temas como el racismo, la delincuencia y la corrupción policial. Para ello, describe con claridad tanto el contexto como a los personajes y sus conflictos. Esa conexión con la realidad no es lo más importante, pero enriquece el relato y da a la película una capa de verosimilitud de la que el horror y la repulsión se benefician.

No apta para espectadores con fobia a las arañas, a los insectos en general, 'Vermin: La plaga' es impecable como película de monstruos. Los efectos especiales, realistas, son extraordinarios. Y no funciona por simple acumulación: Vanicek aprovecha el espacio (ese edificio, clausurado y aislado por la policía, que se convierte en ratonera), diseña y ejecuta bien las situaciones y tiene mano con los sustos. Vanicek, además, juega bien la carta de la repulsión y hace que el espectador experimente el mismo miedo y el mismo repelús que los personajes.