Si hubiese que idear una clasificación de las tapas más populares de nuestra gastronomía, seguramente las patatas bravas serían unas de las favoritas para posicionarse en cabeza. Sus características hacen que sean una opción ideal tanto para acompañar un buen almuerzo como para matar el gusanillo entre horas.

Eso sí, pese a que la presencia de este plato en los bares y restaurantes del país es casi obligatoria, los consumidores coinciden en que no existen dos bravas idénticas. Esto es debido a que cada chef utiliza ingredientes y cantidades diferentes que acaban aportándole un matiz personal al resultado final.

Como consecuencia de esta variedad, las comparaciones entre establecimientos se vuelven inevitables y la búsqueda de las mejores bravas se convierte en todo un reto para los amantes de la cocina.

Primero, la salsa

En el caso de la receta de Karlos Arguiñano, explicada en televisión para todos sus espectadores, la clave para conseguir unas patatas bravas perfectas se encuentra en encontrar un buen acompañamiento.

En primer lugar, hay que lograr una salsa con el punto idóneo de picante. Para ello, el chef vasco cocina una salsa casera a base de dientes de ajo, cebolla picada, tomate triturado, aceite, sal y alegría riojana, la guindilla roja que consigue darle el toque perfecto de sabor. También una mayonesa que servirá para complementar.

El ingrediente sorpresa

Una vez conseguida la salsa, entra en juego un ingrediente poco habitual para este tipo de plato: unas salchichas que harán que el entrante resulte mucho más completo y que se potencien el resto de gustos.

En caso de que las salchichas no sean del agrado del comensal, Arguiñano ha compartido a lo largo de su trayectoria otras fórmulas para acompañar las patatas bravas. Una de sus alternativas es cocinar porciones de rape empanado, que, eso sí, se mezclarían con otro tipo de salsas -su apuesta: la de yogur-.