Las fresas se lavan, se trocean, se trituran con la batidora y se reservan en la nevera.
En un cazo se echan dos vasos de agua, el azúcar y la cáscara de limón —bien lavada—, y se cuece durante 10 minutos a fuego lento; pasado este tiempo, se retira y se deja enfriar.
Cuando esté bien frío, se mezcla con el puré de fresas y se deja reposar durante tres o cuatro horas.
Transcurrido el tiempo de reposo, se pasa por un colador y se introduce en el congelador hasta que se empiece a cuajar. Se puede servir acompañado de cubitos de hielo.