Sabemos que un peinado, un polo o unos zapatos pueden ser pijos, pero ¿puede ser pija una bicicleta? Sí, basta con que aparezca recorriendo las calles de Stars Hollow en un capítulo de

Las chicas Gilmore. Puede ser pija una forma de hablar, una falda o un póster colgado en la habitación de un adolescente, pero ¿puede ser pijo un helado? Sí, basta con que Rori Gilmore se lo esté comiendo en el bar de Luke mientras charla con Lorelai acerca de que el gran problema de los Estados Unidos es que en ocasiones las copas en las que se sirven los helados no hacen juego con el color que el helado va tomando a medida que se derrite. Puede ser pija una canción, un esmalte de uñas o unas sábanas, pero ¿puede ser pijo un atardecer? Claro, todos los días el sol pijo se pone pijamente sobre el pijo horizonte de Connecticut y, tras una noche pija, vuelve a salir igual de pijo por el Oriente para comenzar otro día pijo en Las chicas Gilmore. Y mira que la serie me gusta. Pero al igual que Daños y perjuicios se define con la palabra tensa, Mad men es humeante, Prison break es exagerada y Perdidos es... es... Perdidos, Las chicas Gilmore se asocian inevitablemente al concepto pijo, subvariante pijo pijo, un pijo tan pijo que a su lado Rachel la de Friends parece la colega choni poligonera de la Juani. ¿Cómo son los diálogos de Las chicas Gilmore? Brillantísimos, trepidantes, de lo mejor que se ha escrito en los últimos años. ¿Cómo son los personajes de

Las chicas Gilmore? Encantadores, curiosos, en la mejor tradición del género la vida en la aldea. ¿Cómo son las tramas de cada capítulo de Las chicas Gilmore? Interesantes, ingeniosas, de las que hacen que mires sonriendo a tu compañero de sofá tres o cuatro veces por capítulo. Y, así en conjunto, como valoración general de toda la serie, ¿cómo es Las chicas Gilmore? Pija. Pija hasta romper el pijómetro. Y nada me gustaría más en el mundo que escuchar el divertidísimo y sorprendente diálogo pijo que Rori y Lorelai mantendrían si llegaran a leer esta columna.